La sociedad y las dinámicas que se dan en todos los ámbitos están cambiando a una velocidad nunca vista antes. Los algoritmos y los robots están sustituyendo a muchos humanos en sus puestos de trabajo, las fake news tienen un impacto mayor en muchos casos que las noticias reales, los contratos ya no se firman en papel, se hace a través de aplicaciones, igual que la contratación de viajes y el alquiler de viviendas. Además, el coche autónomo y los taxis drones serán pronto los vehículos que utilizaremos en nuestros desplazamientos habituales.
Y ante esto, ¿qué ocurre en el Congreso de los Diputados del siglo XXI?
Son muchos los ciudadanos que recorren cada día las dependencias del palacio que se inauguró en 1850. Lo observan como si fuera un espacio sin vida, se fijan en los disparos de Tejero, pero pocos se plantean cuál es la actividad diaria que hacen allí los que fueron elegidos para representarles.
» Los que formamos parte del ‘espectáculo’, los parlamentarios, sabemos que los debates en las Cortes son razonables más del 90% del tiempo»
Sin embargo, lo esgrimido no significa que los ciudadanos no sigan la actividad parlamentaria, mejor dicho, el espectáculo parlamentario, porque los medios de comunicación suelen poner el foco en los momentos de mayor tensión, como si se tratara de un reality show televisivo, que es lo que incrementa las audiencias. Pero, en este punto, hay que matizar que los que formamos parte del “espectáculo”, los parlamentarios, sabemos que los debates en las Cortes son razonables más del 90% del tiempo, se abordan con buen tono y en ellos, cada uno defiende sus postulados con educación y argumentos, y especialmente, con muchas horas de trabajo detrás. Pero eso no saldrá en los medios, porque no vende.
Ante este cambio de paradigma al que asistimos en todos los sectores, cabe preguntarse: ¿Está adaptado el funcionamiento del Congreso al de la época en la que vivimos?
Sobre el asunto en cuestión, habrá pues muchas opiniones. Para gustos colores. Pero si nos fijamos en cómo funciona la sociedad y analizamos si esas prácticas han penetrado en el Congreso, comprobaremos que no.
«Utilizamos a diario las redes sociales, pero lo hacemos más como un tablón de anuncios que aprovechando las oportunidades para debatir y escuchar a aquellos que decimos representar»
La explicación es sencilla: las empresas trabajan en entornos colaborativos, las redes sociales son uno de los espacios donde más tiempo pasamos y la vida digital ha sustituido en gran parte a la analógica. En estos tiempos, los algoritmos y los robots ocupan cada día más espacio en las empresas.
Sin embargo, aunque es cierto que la mayoría de los diputados utilizamos a diario e incluso, de forma compulsiva, las redes sociales, lo hacemos más como un tablón de anuncios que aprovechando las oportunidades que nos ofrece este gran ágora para debatir y escuchar a aquellos que decimos representar.
En una sociedad en constante evolución, observamos cómo algunos sectores apuntan que habrá ciudadanos que propongan que los diputados seamos sustituidos por algoritmos y robots, pero estas máquinas nunca podrán tener emociones, capacidad de empatía y sensibilidad a la hora de tomar decisiones; aspectos que son imprescindibles en cualquier representante público que se precie.
«Pensé que estos partidos plantearían una reforma del reglamento que actualizara el funcionamiento parlamentario, pero no fue así. Rápidamente se mimetizaron con las alfombras del Congreso»
Recuerdo cuando entraron las formaciones políticas nuevas en el Congreso tras las elecciones de diciembre de 2015. Fue una época en la que pensaba que estos partidos plantearían una reforma del reglamento que actualizara el funcionamiento parlamentario, pero no fue así pues rápidamente se mimetizaron con las alfombras del Congreso y se adaptaron a las dinámicas establecidas desde hace más de un siglo. En consecuencia y al hilo de estas actitudes, podría darnos la sensación de que llevan más tiempo ahí que los leones del Congreso.
Corren nuevos tiempos y se hace imprescindible y urgente que los diputados podamos disponer de herramientas de big data y equipos de expertos que los interpreten para poder sacar las conclusiones adecuadas de la realidad de cada momento y adoptar las mejores decisiones. Los diputados utilizamos a diario Google para preparar nuestras intervenciones y no hay duda: próximamente muchas intervenciones estarán escritas por o a través, de programas de inteligencia artificial como ChatGPT.
Por todas estas razones, se hace necesaria una revisión profunda de nuestro reglamento y no tengo ninguna duda de que ésta vendrá de la mano de los partidos tradicionales, porque a los nuevos ya se les pasó el arroz.
César Ramos es diputado del PSOE por Cáceres en el Congreso y portavoz de Transporte del Grupo Parlamentario Socialista