Diputados y senadores de la II Legislatura recuerdan la jura del Príncipe Felipe

En la víspera de que la heredera al trono, la Princesa Leonor, alcance la mayoría de edad y constante su compromiso con la Carta Magna, recuperamos el testimonio de parlamentarios presentes en aquella jornada histórica para su padre

El Príncipe de Asturias jura la Constitución ante las Cortes de la II Legislatura

El 30 de enero de 1986 el entonces Príncipe de Asturias Felipe juró la Constitución ante las Cortes, que como señaló Gregorio Peces-Barba en su discurso «son el primer poder del Estado, de acuerdo con la Constitución y la sede natural de un acto de tanta trascendencia, porque es el pueblo español, y ellas como sus representantes, las fuentes de la soberanía y de la legitimidad».

Esos representantes, los diputados y senadores electos el 28 de octubre de 1982, conformaron la II Legislatura. La primera con una mayoría absoluta socialista en ambas cámaras y un gobierno presidido por Felipe González. La mañana de invierno en la que el rey Felipe VI alcanzó la mayoría edad, esas Cortes daban sus últimos coletazos. En abril serían disueltas de forma anticipada y los españoles convocados a las urnas en junio.

En la víspera de la Jura de la Constitución de la Princesa de Asturias Leonor ante las Cortes de la XV Legislatura, Demócrata recuerda con diputados y senadores que estuvieron en el Congreso aquella jornada histórica para su padre:

Pedro Bofill, Gabriel Elorriaga, Javier Rupérez, Carmen Solano, Carmela García-Moreno y Luis Berenguer | CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

«Recelos en la Moncloa»

Para que todo saliese bien el 30 de enero de 1986, previamente hubo un trabajo muy intenso de preparación. Como recuerda el exdiputado socialista Pedro Bofill, «no era un acto rutinario, era la primera vez que se hacía, y la dificultad la tuvieron los letrados y el presidente del Congreso Gregorio Peces-Barba».

Precisamente Peces-Barba confesaría en el libro ‘La democracia en España’ (1995) que la organización del acto le produjo «disgustos sin cuento» después de que desde la Moncloa se pusieran en contacto con él para decirle que debería intervenir Felipe González. «Mi primera reacción fue de estupor, porque nunca pensé en esa posibilidad», reconocía en el libro.

Comenzó entonces un mes de tiras y aflojas para definir el papel del poder legislativo y ejecutivo en un escenario del que no había antecedentes y el «refrendo» –previsto para los actos del Rey en el artículo 64 de la CE- en el centro de la cuestión.

Así lo recuerda Bofill: “Más que un enfrentamiento entre González y Peces-Barba, lo hubo entre sus gabinetes. Había recelos en la Moncloa porque entendían que debía ser el presidente del Gobierno quien tomase juramento y se dirigiese a las Cortes en aquella sesión, alegando que era suya la potestad del refrendo. Sin embargo, el Príncipe heredero, en la medida en que aún no era Rey, no tenía su potestad. Por lo tanto, no necesitaba del refrendo del Gobierno que recoge la Constitución».

La coyuntura se salvó otorgando a las Cortes el mayor protagonismo y fue el presidente del Congreso el único en intervenir en la sesión. «Las Cortes eran la institución que estaba cualificada para ello», recalca Javier Rupérez en conversación con Demócrata, exsenador de Alianza Popular que además considera que Peces-Barba «desempeñó un papel con gran sentido institucional». «Peces-Barba estaba que no cabía en su sillón de contento y de nervioso», añade Carmela García- Moreno, exdiputada socialista.

Al ejecutivo, por su parte, se le reservó más responsabilidades en la posterior recepción que la Casa Real otorgó en el Palacio Real donde se entregó al heredero el Collar de la Orden de Carlos III.

«Las ausencias no se notaban»

La sesión solemne se abrió a las once y diez minutos de la mañana ante un Palacio de las Cortes pocas veces tan masificado, tanto en las tribunas, como en las bancadas. Además del Príncipe, fueron protagonistas de la jornada el medio millar de parlamentarios, depositarios de la soberanía nacional ante los que el heredero Felipe estaba manifestando su compromiso con la Carta Magna.

No era la primera vez que se celebraba una sesión conjunta. Sobre los escaños vacíos, el exdiputado de Alianza Popular Gabriel Elorriaga reconoce que hubo «muchas historias» sobre las presencias y las ausencias. Sin embargo, «la verdad es que las ausencias no se notaban porque el resto de senadores y diputados juntos llenábamos aquello».

Francesc Vicens, que era diputado de ERC, no estuvo presente alegando motivos de conciencia. Pero también hubo muchos otros republicanos en los escaños que presenciaron el momento «sin una sola salida de tono«, tanto en las filas socialistas como por parte de los diputados del PCE, como señala la exdiputada del PSOE, Carmen Solano. «Otra cosa es que unos aplaudieron más que otros”, apunta Luis Berenguer, diputado por el PSOE aquella legislatura.

Sobre estas actitudes y ante las ausencias que se esperan en la jura de Leonor, Elorriaga considera que «estaban vivas personas de mucha más calidad política. En el PCE eran conscientes de que habían aceptado la Constitución, y con ella la continuidad de la Corona».

La jura del ‘niño’

«Emoción» es el adjetivo más repetido por los exparlamentarios para describir el ambiente en el Congreso durante la jura del Príncipe Felipe. «Iba a jurar el niño, como le decíamos, que parecía casi más un príncipe alemán que español, tan rubio. Y allí que fuimos todos muy serios», rememora García-Moreno.

Rupérez añade que «más allá de la formalidad y el boato del acto, tenía un gran alcance político e institucional: el padre del Príncipe había firmado la Constitución, y ahora el hijo era el primero en prestar juramento. Se estaba constatando la continuidad de la Corona».

Desfile de las Fuerzas Armadas ante el Congreso de los Diputados

Bofill confiesa que «tuvo gran repercusión para los que habíamos hecho la Constitución«. En esta línea, Rupérez asegura que si la aprobación de la Constitución había sido el primer gran momento, este pasaba a ser su consagración: «Estábamos convencidos de que habíamos cambiado para bien la historia de España».

La actitud del Príncipe Felipe, que ese día estrenaba mayoría de edad, también merece mención para Berenguer que tenía un hijo un año menor: «Durante la sesión pensé mucho en él, me preguntaba si sería capaz de mantener las formas y aguantar con la misma compostura que lo estaba haciendo el heredero”.

Bajo el reinado de Alfonso XIII

Concluida la sesión solemne, sus Señorías pudieron despachar brevemente con sus Majestades. Momento que Elorriaga recuerda con gran emoción por una conversación que mantuvo con la Reina Sofía en la que recordaron la también histórica jornada del 23 de julio de 1969, cuando Juan Carlos quedó designado sucesor. La presencia de Elorriaga entonces se debía a que era el Director de Gabinete de Manuel Fraga que ocupaba la cartera de Información y Turismo.

Además, el exsenador popular nació el 4 de febrero de 1930, es decir, en los últimos meses del reinado de Alfonso XIII: «Yo nací en monarquía». Desde entonces, asegura que ha prestado apoyo a todos los reyes (Juan Carlos I y Felipe VI) y «ahora veo en el horizonte a una tercera -Leonor-«.

La exdiputada Solano como concejala del ayuntamiento de Zaragoza también estuvo presente en la jura de la bandera del Príncipe de Asturias meses atrás, otro de los actos trascendentes en la formación del heredero.

Aunque inicialmente de postulados republicanos, tras la intervención del monarca en el 23F, asegura que se hizo «juancarlista como todos, y aquel 30 de enero de 1986 estaba muy contenta de que Felipe siguiera la sucesión. Las cosas no estaban para una república».

Solano también guarda un recuerdo «muy agradable» de aquellos corrillos posteriores. «No son momentos de confrontación y espero que en la jura de Leonor ocurra igual, que se aproveche incluso para consensuar«, sostiene la exdiputada socialista.

«Presidente, ¿ya está tranquilo?»

Entre el medio millar de parlamentarios presentes en aquella jornada se encontraba el expresidente del Gobierno Adolfo Suárez que había decido concurrir a las elecciones de 1982 con su nuevo partido el CDS (Centro Democrático y Social).

También en aquella II Legislatura repetían en sus escaños exdiputados de la UCD que tras su salida de la formación comandados por Francisco Fernández Ordóñez acabaron concurriendo al 28-O en las listas socialistas. Es el caso de los citados Carmela García-Moreno, Carmen Solano y Luis Berenguer.

De vuelta al 30 de enero de 1986, más allá de los corrillos «reales», hubo muchos intercambios de impresiones entre parlamentarios. García-Moreno recuerda cruzarse con Suárez por la «otra» M-30 (el pasillo que rodea el hemiciclo) y espetarle: “Enhorabuena, presidente, ¿ya está tranquilo?”.

La razón es que cuando García-Moreno aún estaba en la UCD y formaba parte del Comité Ejecutivo, el entonces presidente del Gobierno le confesó a ella y a otro compañero que, respecto a la Corona y la recién estrenada monarquía parlamentaria «lo que de verdad le preocupaba era si Felipe llegaría a reinar”. “Suárez luchaba y trabajaba para que Felipe pudiese llegar a ser rey algún día, de ahí mis palabras», sostiene García-Moreno.

Expectación vecinal

Finalizado el acto en el Congreso, la comitiva Real se dirigía al Palacio donde proseguirían los actos. Paralelamente, en la carrera de San Jerónimo había cientos de personas esperando a la salida de los monarcas, recuerda Solano que como «diputada de provincia» se preparaba rápido para volver a casa.

Berenguer también era de provincia -Alicante-, pero tenía un apartamento alquilado en el paseo del Prado. Y ese día le estaba aguardando en el portal una comitiva. «Me estaban esperando en el patio del portal los dos porteros y un par de mujeres para que les contase cómo había ido. Y la verdad que se lo describí con todo lujo de detalles».

«Al ser la primera vez, era todo muy novedoso y se percibía una gran expectación«, concluye Berenguer sobre sus recuerdos de una jornada, que como para el resto de su compañeros, se quedó marcada en su memoria.

Salir de la versión móvil