Hay tres lecciones que cualquier ser humano con vocación de servicio público jamás debe perder de vista. Hablo de ayudar a las personas, de luchar por el progreso y de poner lo que es justo en el centro de todas nuestras acciones. Ese pequeño esquema lo encarnaba Guillermo Fernández Vara, mi jefe, mi amigo, mi compañero, y hoy, en el día en que nos ha dejado terriblemente pronto, debe estar más presente que nunca.
El compromiso de Guillermo Fernández Vara para lo público en Extremadura y en este país ha sido ejemplar. Su trabajo se sintetizaba en tres puntos muy concretos: ayudar, promover y favorecer. Su política siempre fue muy clara, y la mantuvo todos los días de su vida: consiste en trabajar, en escuchar y mejorar la vida de la gente. En hablar a la ciudadanía de tú a tú. Conocer sus problemas porque conocía sus realidades. Y, por eso, bromeaba con lo mismo: su teléfono era el 113, siempre atento, siempre disponible.
Él estaba para la gente. Y, desde que lo conocí, hace más de veinte años, inspirada por él, yo también, con más fuerza que nunca.
Ése, y no otro, ha sido siempre el camino. Un camino del que nunca he tenido la más mínima intención de desviarme, pero para el que Guillermo Fernández Vara tuvo un papel fundamental. Cuando Guillermo me nombró consejera de Medio Ambiente y Rural, Políticas Agrarias y Territorio en el año 2015, yo venía de estar muchos años en la política local, trabajando desde la convicción y los valores, sin haber buscado jamás un cargo o una responsabilidad así. Pero su confianza en mí —¡en nosotros, los extremeños y las extremeñas!— hacía que cualquier paso difícil fuera más sencillo, que la negociación más complicada se suavizara, que no hubiera horas suficientes para trabajar por nuestro sueño, que era nuestra gente. A él, y a Miguel Ángel Morales y Santos Jorna, les debo todo.
Con todo y con ello, siempre hubo una espita: la gestión de las emergencias de nuestra tierra, el trabajo más difícil y más sacrificado, pero más satisfactorio, que un servidor público puede enfrentar. Me puso al frente desde aquel año, hace ahora una década. Yo entonces no lo veía, pero Guillermo siempre nos repetía que hay que utilizar el sentido común en las emergencias. Cómo lloré en el año 2019 cuando me volvió a pedir que llevara las emergencias de la región. Me decían compañeros consejeros “Bego, es que te quiere mucho”, y yo contestaba “Que me quiera menos, mucho menos”.
Su filosofía era un faro para todos nosotros. Hablábamos del purito socialismo: la política mejora la vida de la gente para igualarnos en lo que la cuna nos arrebata. Da igual que nazcas en una cuna de maderas nobles o baratas: la sanidad pública o la educación pública es para todos. Por eso él siempre luchó por ello, por las infraestructuras de nuestra región, por convertir a Extremadura en una referencia en esa revolución verde y digital y dar dignidad e igualdad de oportunidades para el campo extremeño. Para que Extremadura y los extremeños vivan su propia historia como protagonistas, en su casa, en su tierra y sólo se marchen si es lo que verdaderamente quieren.
Guillermo siempre nos repetía que hay que utilizar el sentido común en las emergencias
Todavía recuerdo aquella madrugada del finales de junio del año 2022 cuando convocó a las 23:30 a todas las organizaciones agrarias y patronales en la sede de Presidencia para el convenio colectivo del campo. Había sido un parto, un proceso trabajoso, pero, al final, conseguimos firmarlo porque él se arremangó, se implicó y se fajó en esa negociación. O también cuando la sequía más terrible que recordamos se cebó con nuestra Extremadura y su gente, Guillermo Fernández Vara buscó el dinero hasta debajo de las piedras para que pudiéramos ayudar a los agricultores y ganaderos que sólo buscaban ganarse el pan con honradez.
Eso es y será Guillermo para siempre: al pie del cañón, líder, sin estridencias, sin fanfarrias. Pero siempre estaba ahí. Yo no le llamaba mucho, porque todos nos tomamos esta etapa como la de su recuperación, y la mayor muestra de gratitud hacia él era respetar sus tiempos, darle su espacio, estar para él y no demandarle para nosotros. Pero a poco que le enviaba —enviábamos— un mensaje, volvía a su posición natural: a implicarse hasta el tuétano, a estar para los suyos, que en el fondo somos todos los extremeños y extremeñas. Guillermo nunca se conformó con soñar una Extremadura como tierra de progreso: la trajo a tierra.
El mensaje que ninguno queríamos recibir llegó esta madrugada, y me pilló más lejos que nunca, en Eslovenia, preparada para arrancar la reunión ministerial de Agricultura del MED9. También hoy estoy aquí por él, por su apuesta firme por mí, primero en la Junta y después como miembro del Gobierno de España. Pero quizás sea hoy el mejor día para recordar el legado de Guillermo, que nos rigió en vida y que perdurará para siempre, porque sus lecciones son universales: siempre merece la pena trabajar por la justicia, contra las desigualdades, por la dignidad y por el futuro. Sin importar las consecuencias.
SOBRE LA FIRMA:
Begoña García Bernal es secretaria de Estado de Agricultura y Alimentación y fue consejera de Agricultura, Medio Ambiente, Desarrollo Rural, Población y Territorio en la Junta de Extremadura de 2015 a 2023.