Miles de jóvenes marroquíes han protagonizado un tercer día consecutivo de manifestaciones en Rabat, Casablanca y otras ciudades para exigir mejoras en sanidad, educación y empleo. Las protestas, organizadas en redes sociales por el colectivo GENZ212, se enfrentan a una fuerte respuesta policial con cientos de detenidos.
Manifestaciones el lunes
Las movilizaciones juveniles en Marruecos no cesan. Este lunes, por tercer día consecutivo, miles de jóvenes de la llamada generación Z volvieron a salir a las calles de Rabat, Casablanca, Tánger, Marrakech y otras ciudades para denunciar la falta de inversión en servicios públicos básicos y la precariedad laboral.
Los organizadores, agrupados bajo el colectivo GENZ212, coordinan las protestas a través de la plataforma Discord, donde ya reúnen a más de 50.000 participantes. Allí deciden las convocatorias, debaten estrategias y comparten mensajes de movilización.
Detenciones y amplio despliegue policial
Las concentraciones se han encontrado con un amplio despliegue policial y numerosas detenciones. La Asociación Marroquí de Derechos Humanos calcula más de 300 arrestos solo en Rabat durante el fin de semana, aunque muchas personas han sido liberadas de madrugada tras pasar horas en comisaría.
En las consignas se repite la exigencia de dimisión del primer ministro, Aziz Ajanuch, y la denuncia de un país a “dos velocidades”: inversiones millonarias en estadios de fútbol y grandes proyectos internacionales frente a hospitales colapsados, escuelas con carencias y un desempleo juvenil que supera el 36% (casi el 50% en zonas urbanas).
Manifestaciones y malestar de fondo
El malestar de fondo incluye la inflación, las secuelas del terremoto del Atlas y la normalización de relaciones con Israel, que ha sido cuestionada en las protestas. Pese a que el rey Mohamed VI ha prometido un “nuevo plan de desarrollo territorial”, las autoridades no han respondido oficialmente a las movilizaciones, lo que aumenta la tensión en las calles.
Marruecos cuenta con 8,2 millones de jóvenes entre 15 y 29 años. Una generación hiperconectada, con alto nivel educativo, pero que denuncia la falta de oportunidades y un futuro marcado por el paro y la inestabilidad.