El proyecto La base y la cruz, del estudio Pereda Pérez Arquitectos y la empresa Lignum S.L., ha resultado ganador del Concurso Internacional de Ideas para la resignificación del Valle de Cuelgamuros —antiguo Valle de los Caídos—. La propuesta plantea una transformación integral del enclave mediante una “gran grieta, que pretende convertir el espacio en un lugar de diálogo y pluralidad”.
El anuncio fue realizado este martes por el jurado del concurso en un acto celebrado en la Casa de la Arquitectura, en Madrid. El Gobierno ha subrayado la relevancia del proyecto dentro de su política de memoria democrática y su apuesta por reinterpretar el conjunto monumental con un enfoque inclusivo y contemporáneo.
El secretario general de Agenda Urbana, Iñaqui Carnicero, destacó que la propuesta ganadora ha sido elegida porque “es un proyecto que con bastante valentía se enfrenta a la monumentalidad del conjunto existente. Propone una nueva visión donde se definen los límites, donde se da más protagonismo a la naturaleza, hacia la arquitectura y donde se rompe la axialidad que tanto había caracterizado este monumento para producir una gran sombra, una gran grieta que facilita el encuentro, que invita al diálogo y que invita a una visión más plural, más democrática, donde se incluyan muchas perspectivas”, afirmó.
Según detalló Carnicero, la intervención eliminará las escalinatas actuales y establecerá una “gran losa” desde la que el público accederá a un círculo “abierto al cielo”, permitiendo “reorganizar las circulaciones”. Desde ese punto se podrá acceder al interior de la basílica, donde se realizarán “intervenciones mínimas”.
Respecto a la cruz monumental, el Gobierno ha reiterado que no contempla su retirada. Fuentes del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática recordaron que el Ejecutivo “jamás” pensó en derribarla porque consideran que sin ella “no se puede explicar el significado del Valle”. “El nacionalcatolicismo se explica ahí”, señalaron.
“Umbral y lugar de acogida”
El pasado 27 de marzo, el Gobierno anunció una inversión total de 30 millones de euros en el proceso de resignificación: cuatro millones destinados al concurso y a la redacción del proyecto, y 26 millones a la museografía y a la construcción del futuro centro de interpretación.
Convocado el 13 de abril, el concurso se desarrolló en dos fases y recibió 34 propuestas, de las que diez resultaron finalistas. El jurado, integrado por figuras como el arquitecto británico David Chipperfield, la artista Cristina Iglesias y el delegado de Liturgia del Arzobispado de Madrid, Daniel Alberto Escobar Portillo, seleccionó por unanimidad La base y la cruz por ser “la que con mayor coherencia arquitectónica responde a los requisitos establecidos en las bases del concurso”.
En su acta, el jurado subraya que “su gesto de horizontalidad, representado por una línea de sombra que se contrapone a la monumentalidad original, implica una estrategia inteligente y de gran sensibilidad para introducir una lectura diferente y separada de la preexistencia”.
La propuesta, concebida como “umbral y lugar de acogida”, busca equilibrar el peso simbólico del monumento mediante una nueva plataforma entre el paisaje y la basílica. Su sombra, “ligera y contenida”, actúa como metáfora “de acogida y reflexión”, ofreciendo una mirada distinta sobre la memoria del conjunto.
El jurado destacó también que la intervención genera “un discurso potente de independencia y renovación” sin recurrir a la demolición, y valoró su capacidad para “acoger la diversidad de miradas como parte central de su planteamiento”. Cada propuesta finalista ha recibido 60.500 euros. El equipo ganador asumirá, además, la coordinación y dirección de las obras del nuevo centro de interpretación y la adecuación del conjunto monumental.
