La Unión Europea y Estados Unidos conforman la principal área de comercio del mundo. Sus relaciones económicas son estrechas, complementarias y fluidas. El nuevo acuerdo comercial entre la UE y EEUU responde a la voluntad de evitar un conflicto comercial, que tendría graves consecuencias a ambos lados del Atlántico, y a las necesidades de seguridad de Europa. No obstante, está por ver si eso es suficiente para que las instituciones de la UE, el Parlamento y el Consejo, den su aprobación.
El comercio de bienes en 2024 entre la UE y EEUU fue de 867.000 millones de euros, más que con China (732.000 millones de euros). La balanza comercial es favorable a la UE en 197.500 millones, principalmente por las exportaciones de Alemania de productos médicos, farmacéuticos y coches. A favor de EEUU, las ventas de petróleo y gas.
La UE y EEUU también son los principales proveedores de servicios del mundo. La UE es el principal mercado de servicios de EEUU, y viceversa. La provisión de servicios entre ambas áreas fue en 2024 de 817.000 millones de euros, con un balance favorable a los americanos de 148.000 millones.
El cómputo total arroja un resultado favorable a la UE de 49.500 millones de euros, equivalente al 3% del comercio total entre ambas áreas y apenas el 0,2% del PIB de EEUU.
Los aranceles de Trump y la seguridad de Europa
El Presidente Trump ha convertido la cuestión del comercio exterior en un elemento fundamental de su política. A nivel interno, la recaudación de aranceles le permite no tener que subir impuestos para enjugar el persistente déficit público, que ronda el 6%. Pero en un mundo globalizado, pretender embridar este desequilibrio interno con aranceles provocará otros problemas, como más inflación o disrupciones de cadenas de suministro estables.
Utilizar además la amenaza rusa, las injerencias y las garantías de seguridad en Europa para imponer contrapartidas comerciales al principal socio y aliado puede dar réditos políticos a corto plazo. Pero a largo plazo los daños serán irreparables.
Contenido del nuevo marco comercial
El nuevo acuerdo comercial entre la UE y EEUU no es en realidad tal. No lo es porque no se han seguido los procedimientos constitucionales para ello por ninguna de las dos partes – en nuestro caso, los establecidos en el Tratado – o, al menos, hay dudas razonables al respecto. Este punto es esencial a efectos de escrutinio público y seguridad jurídica. Se trata más bien de un marco o acuerdo político de carácter comercial (la Comisión Europea lo ha llamado “Framework Agreement on Reciprocal, Fair and Balanced Trade”) que necesitará de nuevas rondas de negociación.
El nuevo marco comercial incluye un arancel cero para las exportaciones de productos industriales desde EEUU, mientras que nuestras exportaciones pagarán un arancel del 15% y, en el caso de los productos de acero, aluminio o cobre, del 50%. Una larga lista de productos agrícolas tendrá acceso preferente al mercado europeo, con arancel cero y contingentes.
Utilizar la amenaza rusa, las injerencias y las garantías de seguridad en Europa para imponer contrapartidas comerciales al principal socio y aliado puede dar réditos políticos a corto plazo
La UE tendrá que comprar bienes energéticos (gas, petróleo, combustible nuclear y tecnologías) por un valor de 750.000 millones, adquirir microchips por un valor de 40.000 millones e invertir 600.000 millones hasta 2028 (las cifras son en dólares). También hay un compromiso de aumentar las compras europeas de material norteamericano militar y de defensa.
La Comisión Europea se ha comprometido a revisar la legislación europea sobre diligencia debida, deforestación, el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono y los informes de sostenibilidad, o a flexibilizar su aplicación, y a no imponer ningún gravamen a las plataformas digitales por el tráfico y uso de las redes.
En el comunicado publicado por la Casa Blanca, EEUU exige que los beneficios del acuerdo no se apliquen a terceros países, lo cual es contrario a las normas de la Organización Mundial de Comercio. La Comisión Europea no ha aclarado este punto, que supondría el abandono europeo del mundo basado en reglas y el multilateralismo.
El turno del Parlamento y el Consejo
El nuevo marco ha sido plasmado por la Comisión Europea en una propuesta legislativa que tendrá que ser tramitada por el procedimiento ordinario en el Parlamento Europeo y el Consejo. Los primeros debates ya han puesto de manifiesto que la propuesta se va a enfrentar a considerables dificultades políticas a ambos lados del hemiciclo, a pesar del apoyo del Grupo Popular Europeo, el mayor grupo de la Eurocámara.
Se ha pronunciado Mario Draghi, que considera que el acuerdo es contrario al interés de la UE. También se ha lamentado de la ilusión de pensar que el peso económico de la UE vendría acompañado de peso geopolítico e influencia en las relaciones comerciales internacionales. Al abogar por un “cambio en la trayectoria de nuestro continente”, parece apuntar directamente a Von der Leyen.
En cuanto al Consejo, los líderes no han pasado todavía de posicionamientos genéricos. Las palabras del presidente Sánchez de “apoyo sin entusiasmo” van en el mismo sentido que el “no se podía conseguir más” del canciller alemán o el “hemos evitado lo peor” de Giorgia Meloni. El ex primer ministro francés, François Bayrou fue el más explícito (hablando de “un día oscuro” y “sumisión”), anticipando una posición más crítica por parte de Francia, un país cuyos consensos políticos se basan en la autonomía estratégica frente a EEUU, especialmente en materia de seguridad y defensa.
Normalmente, los acuerdos comerciales son aprobados por el Parlamento y el Consejo, sin posibilidad de realizar enmiendas. Pero como la Comisión Europea no ha seguido el procedimiento habitual, se podrán proponer modificaciones, aumentando así las probabilidades de que el texto sea aprobado por el Parlamento. Por otra parte, cualquier modificación puede generar una respuesta de Trump, por lo que habrá presiones para no modificar ni una coma del texto.
SOBRE LA FIRMA:
Pedro Mielgo Cimas es experto en Asuntos Europeos