Termina el primer curso del nuevo ciclo político iniciado en 2024 con las elecciones al Parlamento y la elección de la Presidenta de la Comisión, y es hora no tanto de hacer balance como de preguntarse qué debería plantearse la Unión en el mundo cambiante al que se va a enfrentar, como mínimo, durante los próximos tres años.
Un mundo protagonizado, ante todo, por un presidente Trump dispuesto a imponer una agenda radical en lo político y en lo económico, obviando el derecho internacional, las instituciones multilaterales y las reglas comerciales, y haciéndolo de una manera imprevisible y/o contradictoria.
Ante esa situación, es preciso profundizar la construcción europea con más convicción que nunca, afirmando el papel de la UE en un planeta que parece abocado al unilateralismo o a la bipolaridad si no lo impedimos.
Conviene despertarse; la respuesta europea a los retos del día a día no tendrá éxito si no se formula en el marco de una visión estratégica encaminada a culminar la unión política, económica y social, haciendo bueno el objetivo de más y mejor UE en cinco ámbitos:
- Afirmar los valores europeos -que en realidad son valores globales de los que una gran mayoría de países puede y debe reclamarse- sin hacer concesiones a la ola populista y de extrema derecha, interna y externa, ni caer en la doble moral, como la diferente actuación respecto a Ucrania y Gaza ha puesto de manifiesto
- Pasar del concepto de autonomía estratégica abierta al de una UE independiente, que apueste por el multilateralismo y establezca libremente y en pie de igualdad alianzas y asociaciones en todos los continentes, con una política exterior y de seguridad común en la que la norma sea la mayoría cualificada (o supercualificada) y una defensa común (como mandata el artículo 42 del Tratado) disuasiva y eficiente, con la que no sea imprescindible gastar más sino mejor, de forma planificada y conjunta
- Poner los ladrillos que faltan para completar el edificio de la unión económica y monetaria, entre los que destacan los del mercado único, la unión bancaria y la unión de capitales, a fin de promover la competitividad, atraer y retener la inversión hacer del euro una moneda de reserva, inversión e intercambio que dispute la hegemonía al dólar norteamericano;
- Asumir que la unión económica y monetaria también debe ser social, para lo que la renovación del Pilar Europeo de Derechos Sociales y su Plan de Acción comprometida por la Comisión es prioritaria: la UE es el espacio más rico del planeta, pero con unas tasas de desempleo, bajos salarios, desigualdad, exclusión y pobreza impropias de nuestro modelo social e ineficientes
- Contar con un Marco Financiero Plurianual útil en gastos e ingresos, en lo que la primera propuesta de la Comisión Europea es inadecuada: se queda corta en volumen total (lejos del 2 % de la Renta Bruta de la Unión), reduce y pone en cuestión la financiación de las políticas de cohesión y agrícola, dedica un tanto por ciento insuficiente al capítulo social, elimina programas comunitarios de éxito, debilita el papel de las regiones, se olvida de crear un instrumento anticíclico y no contempla nuevos recursos propios con voluntad de crear un tesoro europeo.
Recorrer el futuro no estará exento de contradicciones (como la de haber tenido que asumir un acuerdo arancelario con Estados Unidos asimétrico, sobre el que solo podemos consolarnos pensando que hubiera sido peor una guerra comercial abierta), cuya relevancia dependerá de si nos desvían o no de una visión estratégica.
La pregunta que tenemos que responder los europeos es tan sencilla como crucial: ¿nos basta con ir tirando o queremos dar un sustantivo paso adelante en la construcción europea ante los extraordinarios retos globales y domésticos? Los sondeos parecen indicar que la ciudadanía se inclina por lo segundo. ¿Lo harán también las instituciones y los Estados miembro? ¡Ojalá!
SOBRE LA FIRMA:
Carlos Carnero González (Madrid, 1961) ha sido eurodiputado, miembro de la Convención que redactó la Constitución Europea, diputado a la Asamblea de Madrid, Embajador en Misión Especial y Director Gerente de la Fundación Alternativas.