La guerra en Ucrania ha reconfigurado la geopolítica europea y, después de casi dos años de devastación, se encuentra en un momento de inflexión. En una inesperada declaración, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski ha sugerido un alto el fuego condicionado: que el territorio controlado actualmente por Kiev sea protegido bajo el paraguas de la OTAN, dejando la recuperación de las regiones ocupadas para una fase posterior basada en la diplomacia. Sin embargo, este movimiento no parece espontáneo, sino más bien una respuesta calculada a un cambio en el escenario político internacional.
La reciente victoria electoral de Donald Trump en Estados Unidos añade presión a Ucrania. Fuentes cercanas sugieren que Zelenski podría estar respondiendo a exigencias de la futura administración estadounidense. Trump, conocido por su enfoque transaccional en política exterior, podría haber advertido a Kiev que el apoyo incondicional de Washington no será eterno, ni en los términos que ha venido planteándose.
En este contexto, la propuesta de Zelenski podría interpretarse como una maniobra para garantizar seguridad inmediata y mantener a Ucrania en la agenda estratégica de Occidente. Trump, que ha mostrado disposición a negociar con Vladimir Putin, podría incluso estar preparando un acuerdo que congele el conflicto, sacrificando parte del territorio ucraniano a cambio de un final rápido de la guerra.
¿Qué supone?
El plan de Zelenski tiene múltiples implicaciones. Incorporar el territorio controlado por Ucrania a la OTAN garantizaría la seguridad frente a nuevas agresiones rusas, pero plantea un dilema estratégico: ¿cómo se puede extender el paraguas de la Alianza a un país parcialmente ocupado sin legitimar las anexiones rusas? Zelenski ha sido claro al respecto: cualquier acuerdo debe incluir a Ucrania en sus fronteras reconocidas internacionalmente. Ceder a Rusia territorios como Crimea, Donetsk o Luhansk no solo violaría principios fundamentales de soberanía, sino que también sentaría un peligroso precedente para futuros conflictos globales.
La reacción de Moscú no deja lugar a dudas. Vladimir Putin intensifica los ataques militares, ahora respaldados por armas hipersónicas, en un esfuerzo por consolidar su control sobre las regiones ocupadas. Aunque las sanciones internacionales y el desgaste militar han debilitado a Rusia, Putin sigue viendo cualquier concesión como una amenaza existencial para su régimen.
La propuesta de Zelenski podría interpretarse como una maniobra para garantizar seguridad inmediata y mantener a Ucrania en la agenda estratégica de Occidente
Por su parte, el panorama en Occidente es igualmente complejo. La adhesión de Ucrania a la OTAN divide a los Estados miembros. Mientras Polonia y los países bálticos presionan por una postura más firme, otras naciones, como Hungría, temen que la integración de un país en conflicto active una confrontación directa con Rusia. Europa, a su vez, ha de hacer frente a desafíos internos, desde una economía debilitada hasta la necesidad de incrementar drásticamente su gasto en defensa.
En Estados Unidos, el regreso de Trump también genera interrogantes en este marco. Aunque la administración Biden ha sido un pilar de apoyo para Ucrania, suministrando armas avanzadas y asistencia económica, Trump podría priorizar un enfoque distinto, buscando acuerdos rápidos con Rusia que reduzcan el compromiso militar estadounidense en Europa. Para Zelenski, esto significa que el tiempo para asegurar la posición de Ucrania bajo la protección de la OTAN podría estar agotándose, y sabe que el apoyo a Biden en plena campaña electoral es algo que Trump, no va a olvidar tan fácilmente.
Europa, a su vez, ha de hacer frente a desafíos internos, desde una economía debilitada hasta la necesidad de incrementar drásticamente su gasto en defensa
La pregunta clave es si este movimiento estratégico logrará el respaldo necesario. La propuesta de Zelenski refleja un pragmatismo forzado por la presión externa, pero también evidencia la fragilidad de la situación. Ucrania depende no solo de su resistencia militar, sino también de la voluntad de Occidente para enfrentarse a Rusia a largo plazo. Un alto el fuego sin garantías sólidas podría consolidar el control ruso sobre las regiones ocupadas, debilitando aún más a Ucrania.
En resumen, el futuro de Ucrania se define en múltiples frentes: el militar, el diplomático y el geopolítico. Para Kiev, cualquier acuerdo debe preservar su soberanía sin comprometer su integridad territorial. Sin embargo, con un Trump dispuesto a priorizar sus propios intereses estratégicos (como es lógico) y una Europa dividida (que ante el primer rugir de tractores cambió el rumbo en la política ambiental), Zelenski tiene ante si un sudoku monumental que pasa, principalmente, por Estados Unidos, por mucho que el nuevo presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, jure apoyo eterno.
José Antonio Monago
Portavoz Adjunto Grupo Popular en el Senado. Miembro Comisión Mixta Seguridad Nacional, y Comisión de Defensa.
