Europa duda, España avanza: la carrera del coche eléctrico está en marcha

La Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente analiza en Demócrata la propuesta que la Comisión Europea presentará la próxima semana: "Debilitar los objetivos de CO2 para 2030-2035 desmantelaría todas las inversiones y esfuerzos en vehículos eléctricos"

La automoción, especialmente en Europa, atraviesa un momento decisivo y, por ende, crítico, ya que se revisa el reglamento europeo sobre las emisiones de CO2 de los coches y furgonetas. Europa se enfrenta a una elección decisiva: liderar la carrera mundial del vehículo eléctrico y entrar con confianza en la era eléctrica, o arriesgarse a quedarse atrás en la era de los combustibles fósiles.

Debilitar los objetivos de CO2 para 2030-2035 desmantelaría todas las inversiones y esfuerzos en vehículos eléctricos, mientras que China no vacilará en su estrategia de ampliar su ventaja en este ámbito. Si la Unión Europea da marcha atrás ahora, se arriesga a perder el mayor cambio industrial de esta generación, y los beneficios industriales, sociales, climáticos y ambientales asociados. España lo tiene claro: “no se va a bajar del coche eléctrico”, según el presidente del gobierno en la reciente presentación del Plan España Auto 2030, hoja de ruta elaborada por los agentes públicos y privados vinculados a este sector. Tres pilares fundamentales conforman los objetivos del plan:

  1. Impulsar la economía potenciando el valor y el empleo del sector automotriz español.
  2. Lograr la descarbonización del sector en 2050 y convertir a España en un líder europeo en transporte sostenible.
  3. Fortalecer la autonomía estratégica de España desarrollando capacidades clave en baterías y componentes para reducir la dependencia externa.

Pero para lograrlo “tenemos que pisar el acelerador del coche eléctrico”, citando nuevamente a Pedro Sánchez. Es cierto que para España, el vehículo eléctrico es una oportunidad única. Como segundo productor de automóviles de Europa, España aspira a ser ya no solo la fábrica de los diseños de otros, sino a concebir coches y furgonetas made by Spain, como un sello de calidad distintiva. Sin embargo, en Europa se respira otro ambiente fruto de las presiones de un sector tradicional fundamentado en los avances de finales del siglo XIX.

Objetivos de emisiones

Tras la reciente flexibilización que se adoptó por parte de la Comisión Europea para el cumplimento de los objetivos de CO2 por parte de los fabricantes para el periodo 2025-2027, a día de hoy todos los fabricantes de automóviles europeos están en camino de cumplirlos, impulsados por un fuerte incremento en las ventas de vehículos eléctricos de batería. Solo en la primera mitad de 2025, sus ventas de vehículos eléctricos de batería crecieron un 40 %, y se espera que alcancen una cuota media de mercado del 25 %, a lo largo de este trienio, y que superen el 55 % en 2030.

La industria europea se encuentra, por tanto, bien posicionada para cumplir sus objetivos climáticos a corto plazo. El mundo se está electrificando y la transición hacia los vehículos eléctricos ya está en marcha, basta con ampliar la mirada hacia oriente. En mercados emergentes como Vietnam, una cuarta parte de las ventas son vehículos eléctricos de batería y casi todos estos son fabricados por marcas chinas. Apostar por la neutralidad tecnológica retrasaría la verdadera descarbonización. Europa se arriesga a perder esta carrera no por falta de capacidad, sino por debatir si siquiera debería participar.

En la carrera por la competitividad

Estados Unidos está invirtiendo miles de millones en su auge tecnológico limpio; China ya ha adelantado a la competencia. Una normativa europea que fija el 100% de ventas de vehículos eléctricos en 2035 es esencial para liberar las inversiones que necesita Europa a fin de mantener su competitividad.

Actualmente la Unión Europea sigue dependiendo de las importaciones para cubrir más del 90 % de su consumo de petróleo y gas, y esto tiene enormes costes económicos y geopolíticos. En 2024, la factura por combustibles fósiles ascendió a 400.000 millones de euros, un verdadero lastre para la economía europea. El petróleo crudo domina esta cuenta, con un 56 % del total, seguido por el gas natural y el carbón. Esta realidad debería hacernos reflexionar: cada euro gastado en importar energía es un euro que no se invierte en industria, innovación o transición energética propia.

Líderes de la transición energética

La dependencia externa no solo compromete nuestra seguridad energética, sino que también nos mantiene atados a un modelo obsoleto que retrasa la descarbonización y la soberanía económica de Europa. Es hora de reducir importaciones, acelerar la electrificación y apostar por energías renovables. No es solo una necesidad ecológica, sino un imperativo económico y estratégico.

Crecimiento económico y sostenibilidad ambiental son las dos caras de la misma moneda. Precisa políticas públicas que permitan alinear los incentivos a la innovación con los objetivos climáticos. La transición hacia los vehículos eléctricos se hará con visión estratégica, inversión y reglas estables que transmitan confianza a quienes innovan.

Si Europa quiere liderar la transición energética y no quedarse atrás, debe abordar la innovación y la sostenibilidad no como conceptos opuestos, sino simbióticos. Apostar por políticas claras y estables y trazar el camino hacia la electrificación como lo hace España con el Plan Auto 2030 es apostar por el futuro económico, social y ambiental del continente.

SOBRE LA FIRMA
Isabell Büschel es directora de T&E en España y Laura Vélez de Mendizábal es experta en electromovilidad de T&E España.
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