Europa necesita pragmatismo

El eurodiputado del PP en el Parlamento Europeo Adrián Vázquez Lázara desgrana y analiza la nueva propuesta de Comisión Europea de Ursula von der Layen y enumera los principales retos y tareas pendientes de las distintas familias políticas de la UE.

Ya tenemos la propuesta de la nueva Comisión Europea. Aunque falte la confirmación definitiva –y no es extraño que en el escrutinio que ejercemos desde el Parlamento Europeo en el proceso de confirmación haya nombres que se caigan de la lista- tenemos ya el equipo del segundo mandato de la presidenta Ursula von der Leyen.

Una Comisión Europea es lo más parecido que hay a un gobierno de Europa. Por eso, más importante que los nombres de los comisarios –que son las propuestas que hacen los Ejecutivos de los 27— son las grandes líneas que se dibujan, los objetivos y la ruta para conseguirlos.

Más importante que los nombres de los comisarios, son las grandes líneas que se dibujan, los objetivos y la ruta para conseguirlos

Una primera constatación: esta Comisión tiene un color azul bastante pronunciado. Catorce de los comisarios pertenecen a la familia del PPE, más la presidenta Ursula von der Leyen. Los socialistas, tras los resultados de las elecciones de junio, pierden representación: tenían nueve carteras y se quedan con cuatro.

Entre las de peso, la de la española Teresa Ribera, que ocupará Competencia y será vicepresidenta. Por cierto, y como todo el mundo sabe –excepto el Gobierno y su presidente—, es la segunda española en asumir ese puesto. Loyola de Palacio fue vicepresidenta de la Comisión entre 1999 y 2004.

Habrá, por lo demás, cinco liberales con peso en Economía y en Exteriores gracias al exministro francés de Exteriores, Stéphane Séjourné, y a la exprimera ministra de Estonia, Kaja Kallas.

Legislar a golpe de ideología es una receta para el desastre; hacerlo con pragmatismo y sentido común es un aval de fiabilidad

Y una designación polémica, la del comisario italiano Rafaelle Fitto, del grupo Conservadores y Reformistas y del partido de la presidente del Consejo de ministros de Italia, Giorgia Meloni. La presidenta ha querido incorporar a Fratelli d´Italia para que el país, uno de los fundadores de la construcción europea, esté representado, y también para reconocer los cambios de Meloni.

Aprender de los errores

Vamos ahora con lo más importante. Esta nueva Comisión, igual que el nuevo Parlamento, tiene una tarea básica: aprender de los errores cometidos. Y no estoy hablando de los acontecimientos de enorme calado que nos sorprendieron y obligaron a actuar con decisiones inéditas y, en última instancia correctas, como la Covid-19 o la invasión de Ucrania. Me refiero al voluntarismo legislativo y normativo, al exceso de producción de leyes y a la rigidez que, a veces, dominaron algunas de nuestras decisiones.

Hay que legislar lo que se puede y cuando se puede, no cuando se quiere. Legislar a golpe de ideología es una receta para el desastre; hacerlo con pragmatismo y sentido común es un aval de fiabilidad.

Las avalanchas legislativas aceleradas e insensibles a las realidades sociales son contraproducentes y alimentan el antieuropeísmo

¿Y eso por qué? Muy fácil. Porque las decisiones políticas tienen consecuencias económicas y sociales. Porque al objetivo correcto y necesario de la transformación verde no se le puede sacrificar toda una masa de ciudadanos que necesitan tiempo y ayuda para asumir las transformaciones exigidas.

Además, la PAC, tan importante, no puede ser percibida por nuestros agricultores y ganaderos como un castigo burocrático: es una pieza clave de la Unión, y todos sus derivados y cambios tienen que sopesarse de manera equilibrada y sensata.

Legislar demasiado y demasiado deprisa –en comparación con anteriores Comisiones y parlamentos y, desde luego, con EE.UU.— desemboca en la frustración.

Necesitamos coherencia, austeridad, pragmatismo; pistas de aterrizaje viables para las políticas que aprobamos: seguridad jurídica y comprensión social a la hora de concretar, anticipar consecuencias para evitar el rechazo. Las avalanchas legislativas aceleradas e insensibles a las realidades sociales son contraproducentes y alimentan el antieuropeísmo.

Al objetivo correcto y necesario de la transformación verde no se le puede sacrificar toda una masa de ciudadanos que necesitan tiempo y ayuda para asumir las transformaciones exigidas

Corregir errores y avanzar con seguridad deberían ser las claves de esta fase: la de las sendas de transformación sin rupturas nocivas, la de cambiar lo que no funciona y rectificar lo que se ha hecho de forma apresurada y. en ocasiones, con más voluntad que acierto.

Principales objetivos

Para terminar: hay quienes se alzan contra algunos grandes objetivos, como la competitividad y la seguridad en la economía y la tecnología. Por desgracia, hay demasiadas voces críticas en el Parlamento que desprecian lo que, al final, es la garantía para mantener nuestro modelo de vida.

El estado del bienestar, los empleos y el progreso no vienen de la nada. Son el resultado de las políticas que se aplican. Desestimar el pragmatismo y el sentido común es alejarse de los verdaderos intereses de los ciudadanos. Trabajaremos con todo el entusiasmo del mundo para que eso no ocurra.

SOBRE LA FIRMA
Adrián Vázquez Lázara (Madrid, 1982) es eurodiputado del PP en el Parlamento Europeo.
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