Cataluña es un país turístico. Una afirmación positiva que debe ser asumida desde el consenso y la responsabilidad compartida. El turismo, eje esencial de la economía catalana, es una de las principales fuentes de creación de riqueza, empleo y proyección internacional de nuestro territorio, así como, de nuestros valores culturales y sociales. Una actividad que, hay que tenerlo también en cuenta, tiene que hacer frente a todo un conjunto de retos que hay que abordar con luces largas y determinación, para hacerla más sostenible, competitiva e integradora.
Al respecto, uno de los grandes desafíos que debemos abordar prioritariamente todos los agentes implicados, públicos y privados, es la percepción social del turismo. A menudo, el discurso público ha olvidado el papel clave que juega este sector en la economía catalana. Hay que reivindicarlo y defender su valor. Pero no desde una mirada nostálgica, sino desde el orgullo individual y colectivo. Con empuje, para incorporar nuevos idearios y referentes que lo fortalezcan como motor de un país moderno, inclusivo y ambiciosamente global.
Por otro lado, la creciente presión fiscal es una de las grandes preocupaciones de los empresarios del sector. En este sentido, las continuas subidas de impuestos -con especial mención al impuesto turístico- han dejado de responder a una estrategia de fomento del turismo de calidad para convertirse en una herramienta recaudatoria fácil. Hay que tener presente que este cambio de criterio fiscal afecta directamente a la competitividad de las empresas y compromete inversiones imprescindibles para el futuro del sector. Respecto a este asunto concreto, resulta imprescindible, además, una gestión transparente y eficiente de los Fondos del Turismo.
Uno de los grandes desafíos que debemos abordar prioritariamente todos los agentes implicados, públicos y privados, es la percepción social del turismo
A esta cuestión, se añade un marco normativo cada vez más exigente para la industria turística, con elevados costes asociados a su cumplimiento -a modo de ejemplo, las estrictas regulaciones para el control de la legionela- que tensionan aún más la viabilidad económica de muchas empresas del sector.
En el incremento sostenido del absentismo laboral encontramos otra de las grandes preocupaciones (extensiva, de hecho, a prácticamente la mayoría de los sectores empresariales del país). Nos encontramos ante una crisis operativa derivada del número creciente de bajas por enfermedad común, con costes de sustitución cada vez más insostenibles. Hay que revisar con urgencia la gestión de estas incapacidades temporales, tal y como reclaman las mutuas laborales, antes de imponer nuevas obligaciones, pues afecta a un pilar fundamental de cualquier industria: la productividad.
En este contexto, en sectores como el turismo, con operativas de 24 horas y una fuerte estacionalidad, la aplicación rígida de medidas como la propuesta de reducción de jornada laboral planteada últimamente, pueden traducirse en disfunciones organizativas y en un incremento de los costes laborales de hasta el 11%. Para fomentar realmente la productividad la clave no radica en la uniformidad, sino en una adaptación flexible de la jornada anual, que permita equilibrar descanso, eficiencia y competitividad.
La movilidad de las personas requiere mejoras urgentes, empezando por una gestión eficiente de Cercanías y una apuesta firme por la ampliación del Aeropuerto de Barcelona
En cualquier caso, y aunque parezca una obviedad, hay que recordar que las propuestas normativas que se propongan y afecten al futuro de la industria turística, a todos los niveles, deberían contar con la pertinente participación activa del sector privado en su desarrollo.
En otro orden de temas, Cataluña necesita infraestructuras óptimas para encarar el futuro con garantías de competitividad y preservar los servicios esenciales. La recurrente sequía exige soluciones estructurales, con inversiones decididas en gestión hídrica. Además, la movilidad de las personas -tanto residentes como visitantes- requiere mejoras urgentes, empezando por una gestión eficiente de Cercanías y una apuesta firme por la ampliación del Aeropuerto de Barcelona, clave para la conectividad internacional.
Somos un país turístico. Somos un país lleno de fortalezas y grandes activos. Pero los retos que afrontamos también son destacados y requieren de una acción coordinada y valiente. El futuro del turismo en Cataluña dependerá, en gran parte, de la capacidad colectiva para dar respuesta a estos retos con inteligencia, sentido común y compromiso compartido.
SOBRE LA FIRMA:
Santiago García-Nieto es el presidente de la Confederació Empresarial d'Hostaleria i Restauració de Catalunya (CONFECAT)
