IA: el nuevo eje del poder mundial

José Antonio Mónago, portavoz adjunto Grupo Popular en el Senado, advierte que la inteligencia artificial ha dejado de ser una innovación tecnológica para convertirse en el nuevo eje del poder global, donde Estados Unidos, China y Rusia se enfrentan en una silenciosa pero decisiva batalla por dominar la infraestructura, los datos y la mente humana

La inteligencia artificial ha dejado de ser un capítulo del progreso tecnológico. En 2025, se ha transformado en el eje de una pugna geopolítica que enfrenta a superpotencias en una carrera por el dominio de la infraestructura, los datos y la mente humana. La IA ya no es un asunto de innovación: es una herramienta de poder.

En este nuevo tablero, OpenAI ha realizado un movimiento audaz. Ha fichado a Jony Ive, el diseñador que convirtió al iPhone en un símbolo de poder blando estadounidense, para liderar la próxima generación de dispositivos de IA. Su firma, LoveFrom, no solo aportará estética: desarrollará una nueva categoría de productos que pretende desplazar pantallas, interfaces y dispositivos actuales. El objetivo es claro: domesticar la IA y situarla en el centro de la vida cotidiana. Se rediseña el poder desde el bolsillo del usuario.

Estados Unidos conserva una ventaja estructural en modelos de lenguaje, infraestructura en la nube y ecosistemas de capital riesgo. Sin embargo, esa ventaja se erosiona. Mientras empresas como OpenAI avanzan, la política nacional se repliega. El Congreso ha recortado fondos para la ciberdefensa justo cuando aumentan los ciberataques atribuidos a China. Y la Casa Blanca, lejos de articular una estrategia industrial robusta, ha optado por una política transaccional: aranceles, presiones públicas a Apple y gestos simbólicos como aceptar un avión de lujo donado por Qatar para uso presidencial.

China, en contraste, despliega una estrategia integral. Controla toda la cadena de valor —desde chips hasta plataformas— y proyecta su visión en foros internacionales, buscando imponer estándares tecnológicos más opacos pero eficaces. Pekín no necesita competir en cada aplicación: le basta con controlar el flujo de datos y las normas que regulan su uso. Rusia complementa este modelo con innovación táctica: en Ucrania, drones controlados por fibra óptica están desafiando la superioridad electrónica occidental.

La IA ya no es un asunto de innovación: es una herramienta de poder.

La IA se convierte así en un campo de batalla silencioso. La competencia no se libra solo en laboratorios o mercados, sino en organismos de estandarización, universidades, acuerdos bilaterales y percepciones públicas. Quien imponga su arquitectura no solo liderará la economía del futuro: definirá los límites de la libertad, la privacidad y la autonomía individual.

El desafío para Occidente no es tecnológico. Es político. ¿Puede Estados Unidos sostener su liderazgo en IA mientras fragmenta su política industrial, renuncia a la cooperación internacional y convierte cada decisión técnica en un arma electoral?, ¿qué papel puede asumir, entre tanto, Europa?

El futuro no lo decidirán los tanques, sino los tokens. La hegemonía del siglo XXI será algorítmica —y ya ha comenzado a entrenarse.

SOBRE LA FIRMA:

José Antonio Monago Terraza . Portavoz Adjunto Grupo Popular en el Senado  y Miembro de la Comisión Mixta de Seguridad Nacional y Defensa.

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