De nuevo, la actualidad del apagón nos viene a recordar que los riesgos se han convertido en procesos cada vez más complejos, donde la globalización y la interconectividad han hecho aparecer nuevas amenazas, algunas desconocidas, otras imprevisibles, pero con un elemento común: ninguna de ellas se detiene ya en las fronteras físicas.
Ante este escenario, la protección civil es una actividad que cobra cada vez más importancia. Y no sólo en lo que tiene que ver con la reacción y respuesta ante catástrofes, sino -sobre todo- en la preparación y ejecución de acciones dirigidas a la prevención de riesgos.
En este sentido, resulta innegable la oportunidad que ofrecen las nuevas tecnologías, lideradas en este momento por la inteligencia artificial, de poder anticiparnos a eventuales desastres y minimizar su impacto en la sociedad en general, y en los ciudadanos en particular.
Fruto de esta realidad, España incorporó el objetivo de fomentar la IA en su nueva Estrategia Nacional de Protección Civil, aprobada por el Consejo de Seguridad Nacional el pasado 15 de octubre de 2024.
“Una España que protege la vida de las personas y sus derechos y libertades, así como el orden constitucional”.
Esta estrategia, como así reconoce el propio documento, se concibe como un instrumento de planificación operativa de la seguridad que brinda un marco de actuación para anticipar, prevenir y responder eficazmente ante amenazas y otras situaciones de riesgo. Como sabemos, estos riesgos ya no son sólo de origen humano, sino que incorporan otros de naturaleza medioambiental y tecnológica, cuya materialización puede dar lugar a emergencias y catástrofes.
Precisamente por ello, el Sistema Nacional de Protección Civil español está plenamente integrado en el Sistema de Seguridad Nacional. Es más, la actual Estrategia de Seguridad Nacional considera a la protección civil como uno de los elementos claves para hacer frente a las amenazas que pueden afectar a los valores e intereses de España, además de contribuir a su cohesión territorial. No en balde, el primer eje estratégico de esta estrategia se refiere a “una España que protege la vida de las personas y sus derechos y libertades, así como el orden constitucional”.
Con tal de poder lograr este objetivo, la recientemente publicada Estrategia de protección civil antes citada, establece distintas líneas de acción estratégicas para integrar, priorizar y coordinar todos los esfuerzos de gestión de la Administración General del Estado, y del resto de las administraciones con las que aquella se coordina en cada momento. Entre ellas podemos destacar la línea de acción 4, que se ubica dentro del eje relativo a la prevención, y que promueve:
Estudiar y valorar posibles vías de actuación para la aplicación de los principios y herramientas de la Inteligencia Artificial (IA) a la detección temprana de riesgos, análisis de riesgos en cascada, valoración temprana de daños, y otros aspectos de la protección civil en los que por su complejidad pueda resultar ventajosa la aplicación de estas tecnologías.
De esta forma, España apuesta por confiar en que la Inteligencia Artificial pueda aplicarse de forma que permita establecer, con antelación, medidas de preparación para actuar eficaz y oportunamente ante las situaciones de emergencia que se pudieran plantear, derivadas de los riesgos propios de protección civil.
Si realizamos un análisis más detallado sobre en qué aspectos de protección civil una tecnología como la IA podría resultar interesante, podríamos destacar algunas tales como la predicción, la mejora en la gestión de emergencias, el reconocimiento automático de daños, la comunicación y atención ciudadana y el aprendizaje.
En cuanto al primero, la predicción y la prevención de desastres, puede usarse IA para anticipar y detectar, de forma temprana, posibles eventos catastróficos a partir de datos meteorológicos, topográficos y sísmicos, a los que puede unirse el análisis en tiempo real de sensores, cámaras o satélites para identificar anomalías y alertar a las autoridades competentes antes de que ocurra una catástrofe.
La mejora en la gestión de emergencias pasa por la optimización de recursos, con respecto a los cuales los algoritmos pueden ayudar a planificar rutas para equipos de emergencia, distribución de suministros o evacuaciones más eficientes, tomando decisiones más rápidas y precisas y analizando publicaciones en redes sociales que permitan detectar situaciones de crisis o personas que necesitan ayuda urgente.
También la IA puede servir como analista de imágenes aéreas o satelitales a través de las cuales se detecten infraestructuras dañadas, áreas inaccesibles o personas atrapadas, o hacer seguimiento de la evolución de un desastre en tiempo real.
Sobre la comunicación y atención ciudadana lógica durante la gestión de una catástrofe, la IA puede aplicarse en la gestión de chatbots de emergencia, como asistentes virtuales que pueden informar sobre alertas, medidas preventivas o pasos a seguir en una emergencia, personalizando el sistema de alerta y sus mensajes según la ubicación y el perfil de riesgo de cada ciudadano.
Finalmente, resulta de gran relevancia la evaluación post-desastre y aprendizaje, donde la IA puede ayudar en las labores de análisis forense automatizado, revisando los datos disponibles tras una emergencia para entender qué funcionó y qué no, y así mejorar la preparación futura, como pudieran ser nuevos y mejores modelos de simulación virtual basados en escenarios generados por IA.
A la vista de los desgraciados acontecimientos ocurridos recientemente en España, ojalá la IA pueda aplicarse de manera real y eficaz a la protección civil, y ello permita identificar potenciales riesgos y amenazas, en previsión de nuevas catástrofes.
SOBRE LA FIRMA:
Francisco Pérez Bes es adjunto de la Agencia Española de Protección de Datos. Además, fue socio en el área de Derecho Digital de Ecix Group y es ex Secretario General del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE).












