Como es sabido, la rapidez en la evolución de la inteligencia artificial ha llevado a las organizaciones, especialmente Administraciones públicas y grandes compañías, a apresurarse a adoptar tal tecnología y a implementarla en sus procesos internos.
Sin embargo, la evolución del mercado de la inteligencia artificial está planteando una serie de cuestiones, relacionadas con la dependencia tecnológica, que no podemos obviar. No sólo por las implicaciones que ello pueda tener desde la óptica del Derecho de la Competencia, sino por otras cuestiones más vinculadas a la soberanía digital y a la geopolítica estratégica.
Depender de unos pocos
Y es que, en efecto, la creciente expansión de la IA puede suponer un aumento en la dependencia de unos pocos proveedores, personalizados en grandes empresas tecnológicas propietarias de los modelos de inteligencia artificial. Nos referimos a las grandes Big Tech norteamericanas, ahora conocidas por las siglas GAMMA (Google, Amazon, Meta, Microsoft y Apple).
Tal dependencia supone un claro incremento de los niveles de riesgo empresarial, en este caso con respecto a la cadena de suministro, ya que la interrupción o malfuncionamiento de determinados servicios podría poner en peligro la continuidad del propio negocio.
La creciente expansión de la IA puede suponer un aumento en la dependencia de unos pocos proveedores
Acabamos de ser testigos del incidente de Crowdstrike, en el que un proveedor de ciberseguridad de -en este caso- Microsoft, provocó un malfuncionamiento sistémico que causó un desastre cibernético sin precedentes.
En este caso, una de las lecciones aprendidas fue, precisamente, la de la necesidad de garantizar la continuidad del negocio de las empresas, esto es, su resiliencia, ante un suceso que algunos calificarán de improbable e imprevisible.
Si hacemos extensivo este escenario al de la Inteligencia Artificial, la preocupación de la dependencia tecnológica en un único proveedor, y de la posibilidad de que sean víctimas de un incidente de ciberseguridad de gravedad, comienza a extenderse en sectores que, como el financiero, sabe que el funcionamiento actual de la IA requiere una gran cantidad de recursos tecnológicos para entrenar y adaptar sistemas de inteligencia artificial para las empresas de este sector, especialmente los relacionados con la nube.
El mercado del cloud computing
En este sentido, es especialmente relevante hacer un seguimiento de la concentración del mercado del cloud computing, en el que los principales proveedores de servicios de alojamiento en la nube llevan tiempo adquiriendo la tecnología necesaria para desarrollar Inteligencia Artificial. Sería el caso de los GPU de Nvidia, gracias a los cuales se pueden desarrollar servicios basados en IA a los sectores críticos y estratégicos de todo el mundo.
Estas empresas saben que, desde la óptica tecnológica, este tipo de recursos son de difícil acceso, incluso para las entidades financieras. En efecto, los altos costes y la escasez de recursos propios internos, obliga a los grandes bancos a recurrir a alguno de los pocos proveedores que sí disponen de la tecnología necesaria para desarrollar y entrenar a los grandes modelos y otros sistemas de inteligencia artificial.
Como era de prever, tal escenario ha llevado a que comiencen investigaciones antimonopolio en Reino Unido y en algunos países de Europa, al considerar el regulador que esas empresas están alcanzando una influencia excesiva en el mercado de servicios de TI.
Por poner un ejemplo, el regulador británico Ofcom concluyó que AWS y Azure, suponían conjuntamente el 80 por ciento del mercado de servicios de infraestructura en la nube del Reino Unido en 2022, con Google Cloud representando casi otro 10 por ciento.
La configuración de un mercado oligopolístico en el sector de los modelos de inteligencia artificial provoca una absoluta dependencia
Lógicamente, esta preocupación también ha llegado hasta el Banco Central Europeo (BCE), quien en un reciente informe ha examinado los riesgos y beneficios a los que se enfrenta la industria que ofrece servicios relacionados con la IA a los bancos y otras entidades del sector financiero.
Así las cosas, podemos concluir que la configuración de un mercado oligopolístico en el sector de los modelos de inteligencia artificial provoca una absoluta dependencia tecnológica que, en el caso de los operadores críticos acaba convirtiéndose en un claro riesgo de ciberseguridad y, por consiguiente, en un problema de seguridad nacional.
SOBRE LA FIRMA Francisco Pérez Bes es socio en el área de Derecho Digital de Ecix Group y ex Secretario General del Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE).
