Si, como se prevé, la inteligencia artificial va a impactar en todas las dimensiones de nuestra sociedad, lo hará también con la política y, en consecuencia, con la propia democracia.
En efecto, en un año en el que más de la mitad de los habitantes de este planeta están llamados a las urnas, hemos comenzado a vislumbrar de qué manera la IA está llamada a influir en las campañas políticas, entre muchas otras cosas.
Algunos políticos de los principales países, como Norteamérica o la India, ya han venido aplicando inteligencia artificial en muchas de sus actividades. Podemos destacar la adaptación de IA a chatbots que llaman a casa de los potenciales votantes, a los efectos de ofrecer información sobre el programa del candidato en cuestión, y tratar de captar a los votantes indecisos.
Hemos comenzado a vislumbrar de qué manera la IA está llamada a influir en las campañas políticas
Esa llamada, que en ocasiones hasta reproduce la propia voz del candidato, se ofrece a resolver cualquier duda que el ciudadano tenga sobre cualesquiera de las propuestas que se hagan con respecto a cualquier tema: la postura del gobierno ante la guerra, la inmigración, la fiscalidad, la educación o la protección social. Todo ello es susceptible de ser “debatido” entre la IA y el destinatario de esa llamada. Y toda la información obtenida de ese ciudadano, susceptible de completar un perfilado del votante con la que alimentar a otra IA.
Campañas en el mundo
Especialmente destacable ha sido la campaña en la India. En efecto, aquella ha estado marcada por la aplicación de tecnología de deepfakes para mejorar su impacto entre los votantes y potenciales votantes: avatares virtuales, clonación de voces para conversar con los ciudadanos en cualquier idioma, o creación de videos protagonizados por carismáticos políticos, ya fallecidos, para pedir el voto a un determinado candidato.
Esta circunstancia ya se vivó en España con un anuncio televisivo en el que se “resucitaba” a Lola Flores para promocionar un producto. A nivel político sería como si tus padres, o abuelos, recibieran una llamada, o un video personalizado por WhatsApp, de un prescriptor admirado por ellos (Adolfo Suárez por poner un ejemplo) pidiendo el voto para un determinado candidato.
Lógicamente, una práctica como la descrita requiere un análisis jurídico específico, en el que no vamos a entrar ahora. Pero el potencial tecnológico para desarrollar acciones similares ya existe y está a nuestra disposición.
Pero que se pueda hacer no significa que se deba hacer.
Infracciones y malas prácticas
Esta finalidad de uso de tal tecnología ha sido prohibida en varios países, como en Estados Unidos y -próximamente- en Europa con el Reglamento de IA. Sin embargo, enfrentarse a una eventual sanción por infracción de tal prohibición puede, en según qué ocasiones, compensar al infractor si este termina aupándose en el poder de, por ejemplo, un país con capacidad nuclear.

