Hablemos de energía nuclear… que es tanto como decir ‘hablemos de independencia energética’. En España, vamos regular.
El PSOE ataca de manera explícita esta fuente de energía. Los de Ferraz apoyan sin fisuras el cierre de las centrales nucleares: desde González que clausuró el plan nuclear español -tanto es así que nunca llegó a inaugurar las centrales de Lemoniz y Valdecaballeros, casi listas para entrar en acción-, hasta el ecofanatista Sánchez, que insiste en convertir a los españoles en rehenes energéticos de terceros países.
Por cierto, y hablando de rehenes… ya lo fuimos los españoles en el 1984 de González, cuando tuvimos que indemnizar a los constructores de las centrales por una obra que no pudieron rentabilizar.
Si, como se dice, fueron las presiones de los sindicatos de la minería -que veían peligrar su influencia- y del socialismo internacional -que veía en España un competidor- los motivos de esa paralización, es otra historia.
Las inversiones que se quedaron por el camino han impactado directamente en la factura de la luz de los españoles
El PP, mientras, ataca a medias la nuclear. Tenemos a Valencia y Extremadura -con los de Génova al frente- que mantienen impuestos especiales a las nucleares. Pero este ataque viene de lejos.
El cierre de Zorita lo decidió Aznar en 2002 y el de Garoña lo confirmó Rajoy en 2013 -y lo celebró Maroto-. Ahora, a golpe de sondeo y encuesta, esconden algunos tuits y desean hipócritamente ‘larga vida a las centrales’.
¿Y los separatistas? De la oposición a cara descubierta a la más sibilina… pero ni una acción a favor.
Así las cosas, no mentimos al afirmar que el único partido que defiende con contundencia la generación eléctrica nuclear es Vox. En efecto, los de Abascal hemos presentado varias iniciativas parlamentarias en el Congreso en las que reclamamos: prorrogar la vida útil de las centrales nucleares actualmente operativas en España; que se estudie y se instalen nuevas centrales, ya sean reactores SMR o de tecnologías ya utilizadas en los emplazamientos autorizados adyacentes a las nucleares en operación; reducir los impuestos estatales que asfixian esta tecnología y que ninguna otra tiene que soportar; rebajar la tasa Enresa -para el pago de la empresa que gestiona los residuos nucleares-, que en la última legislatura se ha casi duplicado.
VOX exige también la eliminación de los impuestos autonómicos a la energía nuclear aplicados en Extremadura, Valencia y Cataluña. Y de hecho, Vox recurrió ante el constitucional el segundo gravamen específico que se introdujo en Cataluña a la nuclear en 2022.
Es, en definitiva, el único partido que defiende sin complejos la generación energética nuclear.
La pregunta es: ¿por qué esta defensa? Porque España puede recuperar una posición nuclear industrial relevante en el mundo. Porque de aquel Plan Nuclear Nacional que barajó la instalación de hasta 25 reactores nucleares -llegó a iniciarse el diseño o construcción de 18, que habrían supuesto 15.496 MW- hoy sólo operan 7.117 MW.
El lucro cesante es inmenso: hemos dejado de ganar lo que habría representado un 20% de la electricidad consumida en España al año. Y las inversiones que se quedaron por el camino han impactado directamente en la factura de la luz de los españoles.
El escenario con el plan terminado sería de unos 15.000 MW de potencia nuclear instalada o, lo que es lo mismo: casi un 40% de nuestra electricidad vendría de la nuclear frente al 20% de hoy. Dependeríamos menos del gas (del actual 24% a un más manejable 4%), del petróleo o de las importaciones de carbón que durante décadas han impactado negativamente en las cuentas nacionales. ‘Otro gallo cantaría’.
Esta defensa es para que España pueda recuperar una posición nuclear relevante en el mundo
Y en términos tecnológicos… más de lo mismo: la tecnología nuclear es una de las más complejas que un país puede desarrollar. Estas centrales arrastran a un grandísimo número de ingenieros, físicos o químicos, que aportan un enorme valor añadido a la nación.
Además, las centrales impulsan la industria complementaria -diseño e ingeniería de las propias centrales, producción de materiales, fabricación del combustible nuclear, soldadura avanzada, etc.- y, en fin, aportan gran valor añadido al país. Además, es una energía exportable: servicios o productos hacia terceros países para orgullo y enriquecimiento de España.
Así que, con el PSOE en guerra contra la nuclear -que tomen nota en Cáceres (Almaraz), Guadalajara (Trillo) o Tarragona (Vandellós y Ascó)-, y con el PP con la muerte de Zorita y Garoña a su espalda y los impuestos especiales donde gobiernan -que tomen nota en Extremadura o Valencia-, hay un Vox claro, que pide la eliminación de impuestos a lo nuclear y que está convencido de que la energía nuclear española merece -y puede- ser salvada.
Los españoles tienen en su mano la posibilidad de elegir representantes políticos decididos a hacerlo.
SOBRE LA FIRMA:
José María Figaredo es diputado nacional de Vox por Asturias y secretario general del Grupo Parlamentario Vox en el Congreso