Acaba 2025 con una situación política difícil y de nada sirve negarlo. Un PP entregado a una estrategia trumpista de desprestigio de las instituciones, de la política y de la propia democracia que solo favorece a una ultraderecha cuyo único proyecto político es ofrecer crueldad y odio como falso alivio. Y nuestro socio de gobierno, el PSOE, inmerso en una crisis ante la que permanece bloqueado, inmóvil, sin una reacción a la altura: una falta de iniciativa que pone en riesgo la legislatura y, con ella, la posibilidad de reeditar un horizonte progresista.
Por suerte, nuestra manera de entender y hacer política nada tiene que ver con el derrotismo fatalista o la queja desubicada y generalizada. Por eso fuimos en 2023 las que conseguimos evitar lo que muchos daban por hecho, un gobierno de Feijóo y Abascal. Por eso nos empeñamos en alcanzar un acuerdo de gobierno ambicioso. Por eso hemos seguido peleando contra propios y ajenos, con institucionalidad y lealtad pero con el rumbo claro, desde nuestro ministerios y desde el Grupo Parlamentario Plurinacional Sumar, para hacer de esta una legislatura de avances y no solo de resistencia.
Y precisamente, por eso, en este final de año, intenso, difícil y decisivo, quiero reivindicar nuestra labor, la de hacer política útil, valiente y con principios. En este 2025 en Sumar hemos demostrado que cuando las fuerzas progresistas empujamos con convicción, el país avanza. Y lo hace en la dirección correcta: más derechos, más justicia social y más dignidad para la mayoría social.
Lo hicimos en política exterior, donde la posición de España ante la masacre en Gaza marca un punto de inflexión: no hay neutralidad posible ante el genocidio. Frenar el comercio de armas y romper la complicidad con la barbarie es una forma concreta de decir que la política sirve para poner límites a la impunidad.
Una apuesta por una sociedad que cuida, que reconoce el valor del tiempo, de los vínculos y de la vida más allá del mercado
También lo hemos hecho en el terreno laboral y fiscal, impulsando una subida del Salario Mínimo Interprofesional acompañada de su exención en el IRPF. Porque en tema de impuestos no se trata de subir o bajar, sino de a quien. Para nosotras, las grandes empresas multinacionales, la banca o las eléctricas, que son las que más ganan (y proporcionalmente las que menos contribuyen) son las que más deben pagar; no las mujeres y jóvenes, que ocupan, por desgracia, la parte inferior de la pirámide salarial. Porque el sistema fiscal ha de ser progresivo. Y defender derechos laborales es también hacer justicia fiscal y garantizar que el crecimiento llegue a quienes viven de su trabajo.
Otro ejemplo claro de nuestro modelo de país ha sido la ampliación de los permisos retribuidos. Una apuesta por una sociedad que cuida, que reconoce el valor del tiempo, de los vínculos y de la vida más allá del mercado. Avances que no llegaron solos y que exigieron voluntad política y capacidad de negociación, la que demostramos en Sumar, frente a quienes, desde la parte socialista del ejecutivo, se escudaban en la aritmética parlamentaria para ni siquiera intentarlo.
También hemos demostrado que lo público no es una abstracción, sino una red de derechos que debe llegar a la vida diaria de la gente. El Plan VEO, que garantiza gafas y lentillas gratuitas a menores de 16 años, no es una medida anecdótica; es una defensa clara de una sanidad verdaderamente universal, que concibe la salud en toda su dimensión, no solo desde lo hospitalario, y pone el bienestar diario en el centro.
Hemos defendido los derechos humanos también dentro de nuestras fronteras. La acogida de niños y niñas migrantes es una respuesta política al racismo y al discurso del odio, pero sobre todo es una afirmación ética: ningún menor es ilegal y ningún país decente puede mirar hacia otro lado.
Todo ello se completa con una mirada verde que entiende la transición ecológica como una oportunidad para mejorar la vida de la gente. Apostar por una movilidad sostenible, reducir la dependencia del coche y de los vuelos más contaminantes y reforzar el transporte público es también justicia social y territorial.
Así, solo este 2025 se han aprobado una treintena de iniciativas legislativas, entre leyes y reales decreto-ley, y la mayoría de ellas llevan el sello de Sumar. Medidas que han sido peleadas, negociadas y defendidas con firmeza, incluso -sobre todo- cuando no era nada fácil.
Finalmente, seguimos empujando debates que incomodan, pero que son imprescindibles para una democracia madura. El reconocimiento del derecho al aborto como derecho constitucional es una de esas peleas de fondo que solo avanzan cuando hay fuerzas políticas dispuestas a dar la batalla cultural e institucional.
Nada de esto habría salido adelante sin un posicionamiento político claro. Si algo nos define a Sumar es que no nos conformamos. Sabemos que lo conseguido es importante, es un avance fundamental, pero no es suficiente. Las gentes trabajadoras de este país nos piden más ambición, más coherencia y más valentía. Y tienen razón.
Por eso hemos dicho con claridad que hacen falta cambios en el Gobierno para responder de verdad a la agenda social que la ciudadanía reclama. Cambios para acelerar, para profundizar y para no dejar las transformaciones a medio camino.
Lo que tenemos por delante —y ya está en marcha— es decidir si la política sirve para resolver problemas reales. Prorrogar los alquileres no es una discusión técnica; es que una familia no se vea obligada a abandonar su hogar por no poder asumir una subida estratosférica. Poner en marcha una Prestación Universal por Crianza significa que una madre o un padre no tengan que elegir entre pagar la luz o comprar pañales.
Aprobar de una vez el Estatuto del Becario es que un joven que hace prácticas deje de trabajar gratis, sin derechos, mientras cubre un puesto estructural. Subir de nuevo el Salario Mínimo Interprofesional es que quien trabaja cuarenta horas a la semana pueda pagar el alquiler, la luz y la compra sin hacer malabares. Y la regularización extraordinaria de migrantes que llevan años viviendo en España es que una persona que pelea como todas cada día por levantar este país pueda contribuir, pueda firmar un contrato o alquilar un piso con su nombre.
Este es el horizonte del Grupo Parlamentario Plurinacional Sumar que tengo el honor de representar. Un horizonte de derechos, de justicia social y de democracia. Porque la política y el gobierno “rentan” sólo si mejoran la vida de la gente. Esa es la máxima que guía toda nuestra acción política. A por el 2026.
SOBRE LA FIRMA: Verónica M. Barbero es diputada por Pontevedra y portavoz parlamentaria del Grupo Parlamentario Plurinacional Sumar