Una ley más verde, más justa… y mejor gracias al trabajo parlamentario

La ponente de la ley de Movilidad Sostenible y portavoz en la Comisión de Transportes desgrana en Demócrata la tramitación parlamentaria del último proyecto de ley aprobado por el Congreso. "Cada enmienda tiene su historia: llamadas con el ministerio, informes técnicos, reuniones de madrugada, correos cruzados entre portavoces, negociaciones con otros grupos", explica

Cuando una ley llega al Congreso, la mayoría de la gente solo ve el resultado: una votación, unas declaraciones y una foto en los medios. Pero detrás de cada ley hay una vida intensa, a menudo invisible, que transcurre en los despachos, en los pasillos, en las comisiones y en las reuniones con quienes viven los problemas reales. Esa es la vida parlamentaria, y ahí es donde se juega buena parte de la calidad de nuestra democracia.

En estos años, con un Gobierno lejos de la mayoría absoluta, ese trabajo ha sido más importante que nunca. Cada proyecto de ley se convierte en un ejercicio de equilibrio, de diálogo y de responsabilidad. Y, lejos de ser un obstáculo, esa situación ha sido una gran oportunidad: la oportunidad de mejorar las leyes, de hacerlas más justas, más útiles y más cercanas a la ciudadanía.

Cada proyecto de ley se convierte en un ejercicio de equilibrio, de diálogo y de responsabilidad

Cada vez que el Gobierno presenta un proyecto, empieza una carrera contrarreloj. Leemos, analizamos, contrastamos, preguntamos. Nos reunimos con entidades sociales, sindicatos, patronales, colegios profesionales y organizaciones del sector. Escuchamos sus propuestas, pero también sus temores. Y junto a nuestros equipos técnicos y las sectoriales del partido, construimos una posición: qué defendemos, qué enmendamos y qué no podemos aceptar.

Es un trabajo colectivo, muchas veces silencioso. Pero gracias a ese trabajo, las leyes cambian. La recién aprobada Ley de Movilidad Sostenible es un buen ejemplo. Desde Esquerra Republicana, hemos conseguido que el texto final sea más verde, más justo y más útil para la gente.

La oportunidad de mejorar las leyes, de hacerlas más justas, más útiles y más cercanas a la ciudadanía

Lo primero fue garantizar que la ley respetara las competencias de la Generalitat en materia de movilidad y transporte. Era una línea roja. No podíamos aceptar un texto que, bajo la excusa de la coordinación estatal, impusiera un modelo centralizado. Tras muchas reuniones y negociaciones discretas, lo logramos: Catalunya podrá seguir diseñando su propio modelo de movilidad.

Cada enmienda tiene su historia: llamadas con el ministerio, informes técnicos, reuniones de madrugada, correos cruzados entre portavoces, negociaciones con otros grupos

Pero eso fue solo el principio. Durante semanas, trabajamos con técnicos, expertos y colectivos del sector para convertir la ley en una herramienta al servicio de las personas y del territorio. De ahí salieron propuestas muy concretas: la bonificación de los cánones ferroviarios para impulsar el transporte de mercancías por tren —especialmente en corredores como el de Figueres–Perpiñán— o el refuerzo de la línea Lleida–Cervera, una reivindicación histórica de las comarcas de Ponent.

Cada enmienda tiene su historia: llamadas con el ministerio, informes técnicos, reuniones de madrugada, correos cruzados entre portavoces, negociaciones con otros grupos. No hay épica, pero sí mucha constancia. Y gracias a esa constancia, se logran mejoras que acaban beneficiando a miles de personas.

También impulsamos que los puertos se conviertan en actores activos de la transición energética. Gracias a nuestras propuestas, podrán suministrar electricidad a los barcos atracados —reduciendo emisiones— y transformarse en zonas de autoconsumo compartido de energías renovables. Además, conseguimos que los grandes nodos logísticos sean prioritarios en la planificación eléctrica estatal.

La Ley de Movilidad Sostenible no es la ley que el Gobierno presentó. Es una ley mejor, más justa y más verde

Nada de esto se consigue en solitario. En el Congreso, los avances reales suelen venir del trabajo conjunto entre grupos que comparten una visión progresista y territorial. Con Bildu, BNG o Compromís, logramos que el Gobierno se comprometiera a revisar las etiquetas medioambientales de la DGT, para que reflejen las emisiones reales de CO₂. Y también introdujimos una medida pionera: reducir los vuelos domésticos innecesarios cuando exista una alternativa ferroviaria de menos de dos horas y media.

Todo ello ha sido posible gracias al trabajo meticuloso y en equipo de los grupos parlamentarios, de los técnicos y de las sectoriales que acompañan cada paso del proceso. Porque el Parlamento no solo debate: escucha, negocia, corrige, propone y transforma. Esa es la parte menos visible, pero también la más útil.

Así entendemos la política útil: la que convierte la letra pequeña en cambios reales, la que escucha más de lo que grita y la que trabaja —aunque no se vea— para que las leyes sirvan de verdad a las personas, al territorio y al planeta

La Ley de Movilidad Sostenible no es la ley que el Gobierno presentó. Es una ley mejor, más justa y más verde, gracias a la tarea de quienes creemos que el Congreso debe ser un espacio de diálogo y de mejora, no solo de confrontación.

Así entendemos la política útil: la que convierte la letra pequeña en cambios reales, la que escucha más de lo que grita y la que trabaja —aunque no se vea— para que las leyes sirvan de verdad a las personas, al territorio y al planeta.

SOBRE LA FIRMA
Inés Granollers es la portavoz del Grupo Republicano en la Comisión de Transportes del Congreso y ponente de la Ley de Movilidad Sostenible.
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