La vida como milagro (o la propuesta de incluir el aborto en la Carta Magna)

El alcalde de Boadilla del Monte (Madrid), Javier Úbeda, hace un alegato en defensa de la vida, "un sorteo de Euromillón ganado contra toda probabilidad". La contrapone a quienes defienden la inclusión del aborto como derecho constitucional, "una cortina de humo" que requeriría de un "consenso amplísimo , impensable en la situación actual"

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha vuelto a recurrir a la estrategia que mejor domina: abrir debates ideológicos para tapar su falta de gestión y los problemas judiciales que asfixian a su entorno. Esta vez, su propuesta ha sido incluir el aborto en la Constitución, como si la Carta Magna debiera ser un campo de batalla ideológica en lugar de un texto de consenso que protege lo esencial.

La polarización es la estrategia de quien no tiene otra cosa que vender, de quien tiene mucho que tapar y de quien, y esto es lo más triste, no tiene proyecto que ofrecer.

Que esto es una cortina de humo lo demuestra un hecho elemental: cualquier reforma constitucional exige una mayoría de tres quintos en cada Cámara o el apoyo de dos tercios del Congreso. Es decir, un consenso amplísimo, impensable en la actual situación política.

Si algo caracteriza el gobierno actual de Sánchez es precisamente su debilidad parlamentaria. Es el presidente del Gobierno con menos apoyo político de toda la historia democrática de nuestro país. Ha sufrido más derrotas parlamentarias que ningún otro: ha perdido leyes, ha visto caer decretos-ley y ha encadenado reprobaciones ministeriales como ningún otro Ejecutivo anterior. A esto se suma un récord preocupante: lleva más tiempo que nadie gobernando sin presupuestos. Es, en definitiva, un Gobierno agotado cuyo único oxígeno es el que le ofrece el conflicto social artificial.

Otro hecho que demuestra que todo esto es humo son los propios datos que su Ejecutivo difundió el pasado 1 de octubre. Ese día, el Ministerio de Sanidad publicó el informe anual sobre interrupciones voluntarias del embarazo: 106.172 abortos practicados en 2024, un 3% más que el año anterior. Unas cifras escalofriantes, por cierto.

Pero el hecho definitivo que desnuda la estrategia de Sánchez es que, en el último CIS de septiembre —ese organismo pagado por todos y al servicio del presidente—, el aborto ni siquiera aparece entre los 47 problemas mencionados por los españoles. No está en el número 20, ni en el 30, ni en el 40. Directamente no aparece.

Lo que sí preocupa a los ciudadanos, y mucho, son problemas reales, según el CIS:

  1. La vivienda (30,4%).
  2. La inmigración (20,7%).
  3. La calidad del empleo (17,1%).
  4. El mal comportamiento de los políticos (15,9%).
  5. Los problemas económicos (14,9%).
  6. El paro (12,5%).
  7. La corrupción y el fraude (10,5%).

Así que, más que abrir debates artificiales, Sánchez debería pedirle a Tezanos que le avise antes de montar una cortina de humo tan poco creíble. O, al menos, que se tome la molestia de leer su propio CIS antes de intentar distraer al país con una polémica que solo existe en su cabeza.

Dicho esto, cualquier Gobierno digno debería evaluar el aborto desde el prisma de que existir es una improbabilidad cósmica.

La posibilidad de que haya vida como la humana en el universo es tan pequeña que cada amanecer es, literalmente, un sorteo de Euromillón ganado a diario contra toda probabilidad. Detenerse y pensar esta cuestión de forma recurrente es algo muy sano y positivo.

Habitamos un planeta situado a la distancia justa del Sol para que la vida pueda tener lugar. La Tierra gira de tal modo que garantiza estaciones. Tenemos una Luna enorme que estabiliza nuestro eje y genera mareas que renovaron los océanos primitivos. Un campo magnético invisible nos protege de la radiación solar. Nuestro planeta está hecho de carbono, oxígeno y nitrógeno en proporciones precisas, cubierto de una atmósfera que permite respirar sin quemarnos ni congelarnos. Júpiter y Saturno actúan como fieles guardianes, desviando millones de asteroides que podrían haber impactado en la Tierra.

Y nuestro Sol, una estrella estable, lleva miles de millones de años emitiendo una energía constante, sin explosiones letales ni apagones catastróficos.

A esto se suman otros milagros silenciosos: la existencia del agua líquida, la química del carbono, las constantes físicas finamente ajustadas, y un universo con la edad justa para que, en los hornos de las estrellas, se hayan forjado los elementos que nos componen. Basta un pequeño cambio en cualquiera de esas variables —en la gravedad, en la carga del electrón, en la distancia al Sol— para que la vida, simplemente, no exista.

La vida no puede banalizarse, y menos aún en un país que sufre un invierno demográfico sin precedentes cuyas consecuencias pronto harán tambalear el Estado del bienestar que tanto costó construir. La vida debe generar admiración, cuidado y protección. En cualquier fase de su desarrollo.

Tratarla con frivolidad, como hace este Gobierno, es negar el misterio y el privilegio de existir. Es fomentar una sociedad irresponsable, que se desprende de su futuro y de su talento antes de que pueda siquiera nacer. Y lo más doloroso es que, con cada vida perdida, también perdemos lo que nunca sabremos: una idea brillante, una sonrisa, una voz, una historia que pudo cambiar la nuestra.

SOBRE LA FIRMA: 

Javier Úbeda Liébana es actualmente alcalde de Boadilla del Monte (Madrid). Desempeña su labor pública en el municipio desde 2011, donde ha ejercido como concejal en distintas áreas como Medio Ambiente, Obras, Movilidad o Festejos.

En 2019 fue elegido alcalde y en 2023 revalidó su mandato con el mayor apoyo popular obtenido por un regidor en toda España, medido en porcentaje sobre el censo electoral.

Padre de cinco hijos, ha conseguido posicionar a Boadilla del Monte como la ciudad de España con los impuestos más bajos, con más inversión por habitante o ser el primer Ayuntamiento de España en conseguir el distintivo EFR por su compromiso con la familia.
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