Ellos al Pleno y las mujeres a las comisiones: la brecha de género en la tribuna de oradores del Congreso

Las parlamentarias tienen menos oportunidades de ser escuchadas en la Cámara Baja, un desequilibrio aún mayor cuando de la tribuna de oradores del Pleno se trata, según el análisis de más de 38.000 intervenciones hecho por Demócrata

Cuando en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aprobó, en 2007, la Ley de Igualdad e introdujo cupos en las listas electorales probablemente no imaginaron que pasaría más de una década hasta que la composición del Congreso de los Diputados fuera paritaria en los términos que fijaba aquel texto. Zapatero modificó la Ley Orgánica de Régimen Electoral Central (LOREG) para garantizar una “composición equilibrada” de género. Desde entonces, es obligatorio que la presencia de candidatos de cada sexo “supongan como mínimo el 40%” en cada lista.

El cambio aumentó de inmediato la cantidad de mujeres en las papeletas, que creció desde el 34% en las elecciones de 2004 a casi un 47% cuatro años después. Sin embargo, los efectos sobre los escaños tardaron más en llegar. No se superó la cuota del 40% hasta 2019, tras la primera de las dos convocatorias electorales que se celebrarían ese año. ¿La causa? Sobre todo, las decisiones de las direcciones de los partidos a la hora de asignar puestos en las listas.

No obstante, haber rebasado el umbral mínimo de paridad no significa que las diputadas desarrollen su labor en la Cámara Baja en igualdad de condiciones: su visibilidad pública y proyección son inferiores a las de sus colegas masculinos. En ese aspecto, la introducción legal de cuotas no habría ayudado en la medida deseada. Y aquí la responsabilidad pasaría por cómo se organizan y reparten los roles dentro de los grupos parlamentarios, decisiones una vez más en manos de los dirigentes de las formaciones políticas.

En estos momentos, las mujeres son el 43% de los integrantes de la Cámara frente al 57% de hombres, una diferencia de 14 puntos en favor de los segundos en lo que al número de representantes se refiere. En lo que va de legislatura, ellas han protagonizado el 41% de las intervenciones, lo que amplía la desproporción a 18 puntos, tal y como refleja la recopilación y análisis de Demócrata de las algo más de 41.000 intervenciones registradas en el Congreso desde el arranque de la legislatura.

Acceso desigual al micrófono

Pero hay intervenciones e intervenciones y ahí la brecha se convierta en sima si se acota a las palabras pronunciadas en Pleno, el órgano de mayor visibilidad: las féminas solo son autoras del 36%, un desequilibrio de 28 puntos. Dicho de otra forma, de cada tres discursos en el Pleno, casi dos son de un hombre. [ A efectos del análisis, se consideran las intervención hechas en calidad de parlamentarios. Ver metodología al final].

No es lo mismo tener la palabra en una comisión que en el Pleno, donde se concentra la atención informativa y se dan la mayoría de los debates televisados.

A grandes rasgos, el trabajo en las Cortes se puede descomponer en dos partes: el realizado en el Pleno de las cámaras, donde suelen estar puestos los focos y en donde se escenifican la mayoría de las grandes decisiones y debates; y el desarrollado en las comisiones, tradicionalmente más arduo y minucioso, pero por lo general invisible a efectos del gran público. Es en ese segundo foro, las comisiones, donde las proporciones entre el número de diputadas y de intervenciones sí se ajustan: ambos son del 43%.

El efecto negativo de ser mujer

Los datos son coherentes con los hallazgos de literatura académica en la materia, como los del estudio “¿Pueden las mujeres tomar la palabra en el Parlamento? Evidencias de la Cámara Baja española” (del original en inglés, Can women take the floor in parliament? Evidence from the Spanish lower chamber), sobre los discursos de iniciativas legislativas pronunciados en el Pleno, publicado recientemente.

En el trabajo, centrado en el periodo 2000-2016, investigadores de la Universidad Pompeu Fabra y la de Barcelona afirman que los parlamentos “son instituciones de género”, al tiempo que advierten de que la falta de proporción entre el número de diputadas y el acceso a la tribuna podría traducirse en una “creciente presencia sin presencia”. Los autores concluyen que “la brecha de género en la participación” es “sistemática” (sin apenas diferencias entre partidos) y que la variable género “siempre tiene un efecto negativo para las diputadas” en todos los modelos analizados.

Así, apuntan a la antigüedad (número de legislaturas) o al puesto en la lista electoral como factores que determinan las opciones de participación en el hemiciclo, cuestiones ambas muy ligadas a aspectos organizativos de los partidos. En los dos casos, aunque a medida que se cumplen años en el Congreso se gana en visibilidad, ellos la consiguen en ratios más altas. Además, ante personas igual de veteranas o con puestos de relevancia en las papeletas, ellas siempre tienen menos oportunidades como oradoras.

La ruptura del bipartidismo

Dado el límite temporal de la investigación anterior (hasta 2016), el estudio no abarca los efectos de la irrupción de Podemos, Ciudadanos y Vox en el panorama nacional desde esa fecha. En la XII legislatura (junio 2016- abril 2019), la presencia femenina apenas era de un cuarto de la bancada naranja (27%), mientras que la formación morada se estrenó rozando la paridad efectiva (49%). En el caso de los de Santiago Abascal, las mujeres no llegaban al 30%, números que todavía hoy se mantienen.

Otra diferencia entre el paper académico y la situación actual es la antigüedad de los parlamentarios. Esta legislatura es la primera para dos tercios (65%) de los legisladores que han pasado por la Cámara desde 2020, lo que reduce el grado de veteranía de forma considerable.

Con las cautelas anteriores presentes, el análisis descriptivo de lo que sucede dentro de cada grupo parlamentario es elocuente respecto a las coherencias e incoherencias de las formaciones en materias de feminismo y género.

De Unidas Podemos a Vox: (in)coherencias políticas

Una primera comparativa entre la proporción de mujeres en cada grupo y el número de intervenciones revela los primeros desequilibrios. Entre los grupos de ámbito nacional, el confederal de Unidas Podemos (UP) es el único en el que los hombres son minoría (48%).

La apuesta por listas paritarias, con casi la mitad de ellas encabezadas por mujeres tiene su reflejo en la composición del grupo. De ahí lo llamativo de que el 56% de los discursos sean masculinos y estos acaparen el 59% del tiempo total. Parte del fenómeno se puede explicar en el hecho de que sus tres ministras mantengan el acta de diputadas, lo que en la práctica se traduce en que las mujeres disponibles para intervenir sean una cuota del 47% del grupo. No obstante, los números divergen todavía más si se delimita el análisis al Pleno: ahí los hombres firman seis de cada diez intervenciones (y el 62% de los minutos).

Si en 2019, UP apostó por la paridad en sus listas, Vox se limitó a cumplir lo mínimo exigido por la LOREG. Fieles a su discurso contra las cuotas paritarias y lo que llaman “ideología de género”, los de Abascal mantuvieron los equilibrios mínimos para garantizar que, en cada candidatura, de cada tramo de cinco puestos, nunca hubiera más de tres personas de un mismo sexo.

El resultado fueron multitud de listas en las que los hombres tenían reservados los dos e incluso tres primeros huecos de la papeleta, lo que sumado a un bajo porcentaje de mujeres en lugares de salida ha hecho que estas apenas sean una cuarta parte (27%) del grupo parlamentario, muy similar a la reducida cantidad de intervenciones que han protagonizado (28%).

El efecto del liderazgo femenino

En Ciudadanos (Cs), ellas son el 44% del grupo y han concentrado el 53% de las intervenciones, potenciadas por el liderazgo de Inés Arrimadas al frente del grupo. Otra formación en la que se aprecia un fenómeno similar es Junts, donde tres de sus cuatros integrantes son mujeres. Capitaneadas por Laura Borràs en el primer año de legislatura y luego por Míriam Nogueras, ellas han tomado la palabra casi en ocho de cada diez ocasiones (79%).

Entre las filas del PSOE, donde se roza la paridad tras una apuesta por listas electorales cremallera —en la línea de lo anunciado por el Gobierno para una futura ley de representación paritaria—, los discursos y tiempos de las féminas van en sintonía con su peso en el grupo (51% vs 52%).

Por lo que al PP respecta, el predominio masculino es del 59%, brecha que se corrige un poco hasta el 55% en lo que a intervenciones se refiere.

Ellos acaparan los debates más vistosos…

Como ya se mencionó, en términos de visibilidad y proyección pública importa mucho el escenario. No es lo mismo tener la palabra en una de las más de 30 comisiones existentes que en el Pleno, órgano este último en el que se suele concentrarse la atención informativa y en el que se dan la mayoría de los debates televisados: investiduras, sesiones de Control, mociones de censura, Estado de la nación o comparecencias del presidente del Gobierno o de sus ministros, por enumerar algunos ejemplos.

En esas coordenadas, la de los focos y los liderazgos, se podría entender que en Esquerra Republicana los hombres sean el 46% del grupo y, sin embargo, se reservan el 53% de los turnos de palabra en Pleno (casi uno de cada cinco son para su portavoz, Gabriel Rufián), que además suman el 55% del tiempo de micrófono. También, que entre los dos diputados de Más País, Íñigo Errejón e Inés Sabanés, ella sea la voz del 69% de los discursos, pero que en el Pleno sea Errejón quién acapare el 59% de las intervenciones (y el 62% de los minutos).

…Y ellas ganan visibilidad en las comisiones

Sabanés es el máximo exponente de la dualidad Pleno-comisión en lo que a visibilidad respecta. La diputada de Más País es la autora del 95% de los discursos de la formación en el conjunto de las comisiones de la Cámara Baja, un esquema que se repite en otros partidos. En el Partido Nacionalista Vasco (PNV) ellos son el 67% del grupo parlamentario, pero sus compañeras protagonizan el 56% de las intervenciones (y un poco más de la mitad del tiempo) en comisión, mientras que las diputadas de ERC suman el 60% de los acceso al micrófono.

Hay dos grupos en los que la sobrerrepresentación de voces masculinas se extiende a las comisiones: el de EH Bildu y el Confederal de Unidas Podemos. Los hombres son el 60% del grupo y acaparan el 76% de los turnos. Por el lado de los morados, los hombres se quedan con el 55% de las intervenciones.

METODOLOGÍA: ASÍ SE HIZO ESTA INFORMACIÓN

Salvo que se indique lo contrario, los datos del análisis de intervenciones de la XIV Legislatura están actualizados a fecha del 3 de marzo de 2023.

En el texto se usan de forma indistinta sexo y género como sinónimos, en pos de una mejor comprensión, por motivos de fluidez narrativa y para reducir  reiteraciones léxicas.

Cuando se habla de intervención o discurso se hace referencia a todo turno de palabra, tanto en Comisión como el Pleno, que resulte significativo (de cierta duración). Pulse aquí para conocer todos los detalles metodológicos.
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