En la última década, el único sector de actividad en España que ha perdido afiliados es la agricultura, que ha pasado de 1.145.581 en 2015 a 1.048.682 (-8,4%) en 2024, según el informe Tendencias del mercado de trabajo en España, elaborado por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE).
El resto de áreas mencionadas en dicho estudio tienen ahora más afiliados que hace 10 años: industria (+16,11%), construcción (+40,41%) y servicios (25,51%). Y lo mismo sucede con el número de ocupados.
Por actividades concretas, las cinco con mayor aumento de afiliados en el último año son educación, servicios de comidas y bebidas, Administración Pública y defensa (seguridad), actividades postales y de correos y actividades sanitarias.
Llegan inmigrantes y se van los españoles
La agricultura, subrayan en el estudio, es un sector que destaca por su volumen de vacantes, “que reclama la necesidad de personas inmigrantes para cubrirlas, y esto contrasta con el hecho de que muchos españoles van a la vendimia francesa porque las condiciones son mejores que en la nuestra”.
Otro detalle significativo es que todas las divisiones económicas que componen la agricultura están en tendencia descendente de empleo (tanto en contratación como en afiliación), a excepción de la silvicultura y la explotación forestal.
En el documento del SEPE argumentan que “la pérdida de empleo puede estar relacionada con los necesarios cambios que se están acometiendo, principalmente en lo relativo a la incorporación de tecnologías en cuanto a mecanización y control de cultivos, así como nuevos modos de gestión y utilización del agua de una forma sostenible. Esto conlleva una disminución de la mano de obra y una necesidad de reorganización del sector. Es previsible la necesidad de nuevos perfiles con mayor cualificación, para acometer estos cambios y conseguir una mayor rentabilidad del campo”.
La reforma laboral y la Agenda 2030
Asimismo, “la aplicación de la reforma laboral implica un aumento muy notable en la contratación indefinida y reducción complementaria en la temporal, en un sector en el que la primera modalidad era poco frecuente”. Además, “está padeciendo la sequía, la competencia con otros países -sobre todo por la falta de uniformidad de normas fitosanitarias– y el desajuste en la cadena alimentaria; además, las ayudas recibidas no se canalizan para mejorar la competitividad”.
También le afectan de forma transversal algunas materias muy relacionadas con la sostenibilidad como son el control, tratamiento y reutilización de residuos, así como la utilización de otras fuentes de energía. Todos ellos, ámbitos en los que también se requerirá personal cualificado, sin olvidar las inversiones que habrá que acometer, sostienen en el informe.
Por añadidura, mencionan los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la Agenda 2030, ya que “suponen un cambio en los sistemas de producción, lo que conlleva la aplicación de prácticas agrícolas resilientes, que aumenten la productividad y la producción, contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías, las inundaciones y otros desastres, y mejoren progresivamente la calidad del suelo y la tierra. Todo requiere continuar invirtiendo en investigación y desarrollo”, destacan.
Desajustes entre la oferta y la demanda
Más allá del sector agrícola, el informe del SEPE hace un apartado especial para analizar los desajustes que hay entre la oferta y la demanda. Recuerdan que, de acuerdo con la Encuesta Trimestral de Coste Laboral (ETCL), la cifra de vacantes no llega al 1% de la oferta laboral, mientras que la media europea está en el 3% y en todos los sectores el nivel de vacantes en España es inferior al europeo. Esto, sin embargo, colisiona con el hecho de que las encuestas a empresas muestran que hay desajustes importantes en la disponibilidad de mano de obra.
El motivo, analizan, es el desajuste entre lo que las empresas demandan y la formación de los trabajadores, lo cual ocurre sobre todo en ramas y ocupaciones de cualificación media y alta. “Pero también se debe al envejecimiento poblacional, así como al rechazo de las condiciones laborales -principal causa en la construcción y la hostelería– y es responsable en muchos casos de la fuga de talentos. En este caso, normalmente se trata de discrepancias con el sueldo, horarios, parcialidad…”, subrayan.
Las ramas donde se registran más vacantes son la construcción, información y comunicaciones, actividades administrativas y de servicios, Administración Pública (más del 30%), sanidad y servicios sociales; comercio al por mayor. “El 80% de las vacantes del sector de la economía de los cuidados debería cubrirlo la Administración Pública”, advierten.
Fijos discontinuos
Se apostó por la figura de los contratos fijos discontinuos para flexibilizar el mercado laboral y reducir la contratación temporal, comentan en el estudio, “pero se está poniendo en duda la eficacia de esta modalidad. Hay que fomentar también la movilidad entre sectores, trasvases desde el sector primario a los que más necesitan personal. Por ello, hay que mejorar la orientación laboral. Los trabajadores han de tener la cualificación necesaria y que responda a las necesidades de las empresas”.
“La recuperación del flujo de inmigrantes ayuda a mitigar los desajustes del mercado de trabajo y juega un papel fundamental en construcción y hostelería. Hay que impulsar la contratación de personas extranjeras en origen y de las que ya residen en España, a través de la modificación del arraigo sobre todo por formación”, agregan.
A la vez, matizan, “esto contrasta con el alto número de personas desempleadas, de modo que no sería tan necesario recurrir a la población extranjera. Sin embargo, muchos desempleados nacionales son reticentes a cubrir ofertas de baja cualificación”.
