Economía

Bulgaria estrenará el euro el 1 de enero y será el socio 21 de la eurozona

Bulgaria adoptará el euro el 1 de enero de 2026, será el miembro 21 de la eurozona y afronta el cambio en plena crisis política y con temor a la inflación.

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Moneda de 1 euro acuñada por Bulgaria BCE

Moneda de 1 euro acuñada por Bulgaria BCE

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La eurozona sumará a Bulgaria a partir del 1 de enero de 2026, cuando el país balcánico se integre oficialmente en el bloque de la moneda única. Será la primera ampliación desde la entrada de Croacia en 2023 y llega en plena inestabilidad política interna, tras las protestas masivas contra los Presupuestos de 2026, los primeros redactados en euros, que forzaron la dimisión del Gobierno a comienzos de diciembre.

La luz verde definitiva a la adhesión de Bulgaria fue otorgada por el Consejo de la Unión Europea el 8 de julio de 2025, fecha en la que también quedó fijado el tipo de cambio irrevocable de 1,95583 levas por cada euro.

Las aspiraciones de Sofía de integrarse en la eurozona se remontan a su entrada en la UE el 1 de enero de 2007, aunque los preparativos técnicos para introducir el euro se aceleraron desde julio de 2015. El impulso decisivo llegó en julio de 2020, cuando la leva entró en el Mecanismo de Tipos de Cambio (MTC II), la conocida “sala de espera” del euro.

De acuerdo con el calendario de adopción, los precios de bienes y servicios en el país del mar Negro se muestran en euros y levas desde el 8 de agosto y seguirán en doble denominación hasta el 8 de agosto de 2026. A partir del 9 de agosto de 2026, todos los importes se expresarán exclusivamente en euros.

El periodo de doble circulación, en el que se podrán utilizar tanto euros como levas para pagar, se limitará a las fechas comprendidas entre el 1 y el 31 de enero de 2026. Durante ese mes ambas monedas tendrán curso legal, pero desde el 1 de febrero de 2026 el euro pasará a ser la única moneda de curso legal en Bulgaria.

En cualquier caso, los billetes y monedas en levas podrán seguir canjeándose sin límite de tiempo y sin comisiones en el Banco Nacional de Bulgaria (BNB). Hasta el 31 de diciembre de 2026, también será posible cambiar efectivo en bancos comerciales y en determinadas oficinas de correos de poblaciones pequeñas.

Estas entidades financieras y oficinas postales ofrecerán el canje gratuito de levas hasta el 30 de junio de 2026. A partir de entonces, podrán aplicar una comisión por el cambio de billetes y monedas de leva a euros en efectivo, así como por el ingreso y conversión de efectivo en levas en cuenta. Desde el 31 de diciembre de 2026, los bancos y Correos Búlgaros (EAD) tendrán la opción de dejar de prestar este servicio.

Diseños de las nuevas monedas búlgaras en euros

Desde principios de diciembre, los ciudadanos pueden adquirir euromonederos con las nuevas monedas búlgaras. El país ha seleccionado tres motivos para las caras nacionales. En las piezas de 2 euros figura el retrato de San Paisio de Hilandar, acompañado de la inscripción en cirílico con el nombre del país y la palabra euro, además de la leyenda “Dios proteja a Bulgaria” en el canto.

En las monedas de 1 euro, la cara nacional muestra a Iván de Rila, santo patrón de Bulgaria, junto con las inscripciones en cirílico del nombre del país y la palabra euro.

Para celebrar la entrada de Bulgaria en la zona euro, el Banco Central Europeo (BCE) iluminará diariamente, desde las 17.30 horas, la fachada de su sede principal entre el 31 de diciembre de 2025 y el 11 de enero de 2026.

Protestas, recelos y temor a la inflación

La adopción del euro tendrá lugar pocas semanas después de la renuncia del primer ministro Rosen Zheliazkov y de todo su gabinete, tras las multitudinarias manifestaciones contra la élite política y contra los Presupuestos de 2026, elaborados por primera vez en la moneda común.

De acuerdo con una encuesta realizada a comienzos de año por la agencia Myara, el respaldo a la moneda europea se situaría en torno al 39%, mientras que el 57% de los consultados se mostraría en contra y el 39% a favor, debido al miedo a que la transición al euro se traduzca en un aumento del coste de la vida.

En este contexto, el gobernador del Banco Nacional de Bulgaria, Dimitar Radev, defendía recientemente que la entrada en la eurozona “limita el margen de maniobra política y económica y exige un mayor grado de disciplina”, lo que, a su juicio, puede amortiguar el impacto de las turbulencias políticas internas y de la incertidumbre global, al tiempo que proporciona un marco institucional más estable y predecible para la política económica.

Según Radev, la perspectiva de adhesión tiene un impacto claramente positivo en los mercados, con independencia de las tensiones políticas domésticas. “Los mercados financieros son pragmáticos. Evalúan si existen reglas claras, si las instituciones funcionan eficazmente y si la dirección estratégica es convincente”, apuntaba.

Por su parte, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, trató de responder a las inquietudes de la población búlgara durante una visita a Sofía. Reconoció que la preocupación de que la llegada del euro provoque subidas de precios “es totalmente legítima”, ya que la experiencia muestra que los cambios de moneda pueden conllevar un repunte temporal de la inflación cuando las empresas redondean los precios, si bien recordó que, en anteriores transiciones al euro, “el impacto fue de entre 0,2 y 0,4 puntos porcentuales”.

Lagarde destacó que, en el caso de Croacia, que se integró en la eurozona en 2023 en un escenario de inflación elevada, el efecto del cambio fue de aproximadamente 0,4 puntos porcentuales y se disipó con rapidez.

Según la presidenta del BCE, la reacción ciudadana sigue un patrón similar en todos los países: antes de la adopción, la incertidumbre es comprensible, pero una vez que hogares y empresas comienzan a utilizar la nueva moneda en su día a día, y siempre que exista un banco central creíble, la confianza tiende a reforzarse.

En esta línea, recordó que en todos los Estados que se han incorporado recientemente a la eurozona, el apoyo público al euro aumentó de forma notable en los seis meses posteriores a la transición.