La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) ha expresado su preocupación por la «situación de desprotección» que afronta la almendra española, resultado «consecuencia directa» de las políticas adoptadas durante la disputa comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea, incluyendo la aplicación de aranceles «irrisorios» a la almendra de California por parte de Europa.
Según COAG, esta situación representa el «golpe de gracia» para los productores de frutos secos en España, quienes se ven «verse obligado a competir» contra el gigante americano, que produce el 85% de las almendras a nivel mundial, principalmente desde California, donde se benefician de recursos naturales abundantes y técnicas agrícolas intensivas.
La organización ha señalado su decepción porque la Unión Europea «haya perdido la oportunidad de establecer una igualdad arancelaria real que garantice unas condiciones justas de competencia». «En su lugar, la UE continúa permitiendo que la almendra estadounidense entre con tarifas mínimas (entre el 2% y el 5,8%), mientras los productores europeos ven cómo se encarecen sus exportaciones y se degrada su posición en el mercado internacional», ha criticado COAG.
Además, la producción nacional enfrenta «fuertes restricciones medioambientales», limitando su competitividad aunque incrementando su valor por su calidad de sabor y compromiso ambiental, «muy superior respecto a la californiana». No obstante, esta superioridad se ha visto «sacrificada» en las negociaciones arancelarias, según Javier Fatás, miembro de la Comisión Ejecutiva de COAG y responsable del sector de frutos secos, quien ha señalado que la almendra española se ha convertido en la «moneda de cambio de estos intereses pues se está viendo obligada a pagar aranceles que, en el mejor de los casos, triplican los que soporta la americana al entrar en Europa».
COAG ha demandado al gobierno español y a las instituciones europeas que proporcionen compensaciones directas al sector si no se rectifica esta desigualdad, para «permitir paliar los efectos de esta política comercial claramente perjudicial». «Si Europa opta por sacrificar al sector de la almendra, al menos debe asumir su responsabilidad y proteger a quienes sostienen nuestras zonas rurales», ha agregado Fatás.
La organización también ha manifestado su «preocupación» por las posibles repercusiones del conflicto comercial extendido a terceros países como China, indicando que con un 10% de las exportaciones de almendra españolas dirigidas a China (comparado con el 7% de las estadounidenses), hay un «riesgo» de que los flujos comerciales «se desvíen o se utilicen de forma especulativa, afectando aún más a los productores europeos». «La especulación siempre encuentra su oportunidad en la incertidumbre. Y quienes más tenemos que perder somos quienes producimos con criterios sostenibles y cuidando el territorio. No queremos privilegios, sólo condiciones justas para competir», ha concluido Fatás.