En noviembre, la actividad manufacturera de EE.UU. experimentó una desaceleración, ubicándose el índice de gerentes de compras (PMI) en 52,2 puntos, ligeramente por debajo de los 52,5 del mes anterior. A pesar de este retroceso, la industria ha logrado mantener una tendencia positiva durante cuatro meses consecutivos.
Según S&P Global, este período ha estado marcado por una mejora en las condiciones operativas, destacándose un aumento sólido en la producción, el empleo y la confianza empresarial, esta última impulsada por el término del cierre gubernamental y las expectativas de recortes en los tipos de interés.
No obstante, la demanda ha mostrado una ralentización considerable, influenciada en parte por una disminución en las ventas, lo que ha resultado en un incremento sin precedentes de las existencias de productos acabados por segundo mes consecutivo.
Las presiones inflacionistas continúan siendo elevadas debido a los aranceles, que han incrementado los costes de los insumos. Las empresas, por su parte, han tenido dificultades para trasladar estos aumentos a los precios de venta, enfrentándose a una de las menores subidas de precios del año debido a la intensa competencia y la baja demanda.
“Cuanto más se analiza la situación, más preocupante resulta el estado del sector manufacturero estadounidense. […] Los fabricantes están produciendo más bienes, pero, a menudo, no encuentran compradores para estos productos”, señaló Chris Williamson, economista jefe del área de empresas de S&P Global Market Intelligence. “Mientras tanto, los márgenes de beneficio se ven tensionados por una combinación de ventas decepcionantes, una competencia feroz y el alza en el coste de los insumos, estos últimos ampliamente afectados por los aranceles”, añadió.
