Óscar Puente, ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, ha comunicado que el Gobierno, a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), buscará obtener un puesto en el consejo de administración de Talgo tras comprar un 8% de la empresa. Durante una sesión informativa organizada por Europa Press, Puente ha evitado mencionar candidatos específicos para este puesto, aunque ha manifestado su confianza en que la participación estatal en Talgo se efectúe ‘desde el primer día’ de su incorporación.
Además, Puente ha revelado que Talgo enfrentará nuevas penalizaciones por parte de Renfe debido a los retrasos en la entrega de los trenes de la serie 107. ‘Alguna (multa) habrá, seguramente’, respondió al ser consultado al respecto. El ministro expresó su esperanza de que para finales de 2026 los trenes estén operativos, aunque reconoció los retrasos actuales, indicando que las pruebas preliminares han sido bastante alentadoras.
Renfe ya ha aplicado una multa de 116 millones de euros a Talgo por demoras superiores a dos años en la entrega de otros trenes, los de la serie 106, afectando significativamente las finanzas de Talgo, que ha tenido que provisionar este coste. Puente ha afirmado que el pago de esta penalización es ‘impepinable’, destacando la importancia del cumplimiento contractual, aunque ha sugerido la posibilidad de ofrecer flexibilidad en el método de pago.
Respecto a la inversión estatal en Talgo, que también incluye la participación del Gobierno vasco y empresas vascas como Sidenor, BBK y Vital, Puente ha destacado que es una operación ‘vital para España’ y que ha requerido un esfuerzo considerable. ‘Si alguna vez escribo mis memorias, la OPA de Talgo va a tener, no un capítulo, sino un tomo probablemente, en el que además contaré muchas cosas, que ahora por razones obvias no puedo contar, pero son dos años de trabajo muy duro’, bromeó. Además, ha enfatizado que la operación asegura la permanencia de la ‘españolidad’ de Talgo, así como la viabilidad de su empleo y futuro a largo plazo, evitando que cayera en manos de una compañía húngara, ‘que en realidad era rusa’, según sus palabras.











