En agosto, el coste de la vivienda de segunda mano experimentó un aumento del 0,4% respecto al mes anterior, alcanzando un incremento del 7,7% en términos interanuales, situándose en 2.062 euros por metro cuadrado, de acuerdo con los datos proporcionados por hogaria.net.
Según el sitio web especializado en inmuebles, estos resultados reafirman una tendencia al alza en los precios, que parece continuar en el futuro. «El motivo es sencillo pero inquietante: la oferta sigue muy por debajo de la demanda, especialmente en las grandes urbes y zonas costeras, donde hay hasta cuatro compradores por cada vivienda disponible», detalla hogaria.net.
Este aumento de precios se ve además impulsado por unos costes de financiación relativamente moderados que motivan a muchas familias a optar por la compra en lugar del alquiler, cuyos precios se mantienen elevados. «La vivienda sigue siendo un bien escaso y cada vez más caro (…) La subida sostenida de la vivienda usada no responde a un único factor, sino a un círculo vicioso que se retroalimenta: escasez de oferta por la falta de nuevas promociones; demanda intensa y sostenida; condiciones hipotecarias que, aunque menos favorables que hace un año, siguen incentivando la compra; obstáculos normativos y urbanísticos que dificultan el desarrollo de suelo y la construcción de vivienda asequible», explica hogaria.net.
El análisis por provincias muestra una creciente disparidad, con Baleares a la cabeza del ránking de precios, seguida por Madrid y Guipúzcoa, donde «la vivienda usada se ha convertido en un lujo inaccesible para gran parte de la población», según hogaria.net. En contraste, en provincias como Ciudad Real, Palencia y León, los precios son considerablemente más bajos, aunque menos atractivos debido al estancamiento demográfico y la escasez de oportunidades laborales.
En ciudades principales como Madrid y Barcelona, los precios siguieron su escalada en agosto, mientras que en Valencia y Sevilla también se registraron incrementos.
UN PROBLEMA ESTRUCTURAL
Desde hogaria.net se enfatiza que el alza en los precios de la vivienda usada refleja un problema estructural y no meramente coyuntural. «La cuestión ya no es si la vivienda seguirá subiendo, sino cuánto tiempo más podrá sostenerse este modelo antes de colapsar socialmente. Cada nuevo informe refleja lo mismo: un país que no ofrece soluciones estructurales a un problema que golpea directamente al acceso a la vivienda, uno de los derechos básicos de cualquier ciudadano», concluye el portal.











