Mapfre ha decidido prolongar su acuerdo de colaboración con la compañía especializada Lobelia Earth, con la que ya llevó a cabo un primer proyecto piloto en 2023, con el fin de realizar un análisis interno de riesgos climáticos sobre toda su cartera operativa, compuesta por 16 millones de clientes repartidos por todo el mundo.
Según explica la aseguradora en un comunicado, el propósito es “ampliar su conocimiento” sobre cómo afectan estos riesgos al negocio y estudiar su posible integración en la actividad aseguradora, en un escenario marcado por el aumento de fenómenos meteorológicos extremos y por una mayor brecha de protección frente a los desastres naturales.
Para este trabajo, Lobelia Earth empleará la plataforma ‘Lobelia.Climate’, que permitirá estudiar la exposición y la vulnerabilidad de viviendas, empresas, fábricas y otros inmuebles asegurados frente a siete tipos de peligros climáticos, entre ellos inundaciones, viento extremo, incendios forestales y sequías, utilizando datos climáticos de alta resolución y gran precisión.
Frente a los modelos climáticos globales tradicionales, esta metodología se centra en el cálculo de eventos extremos a escala local, mejorando la exactitud de las previsiones mediante observaciones reales y reduciendo la incertidumbre gracias al uso combinado de varios modelos físicos.
Aprendizaje interno y aplicación al negocio
Este segundo piloto, con una duración prevista de un año, servirá para que Mapfre determine si la herramienta ‘Lobelia.Climate’ encaja con sus requisitos de estimación del impacto del cambio climático y, si el resultado es satisfactorio, trasladar ese aprendizaje a las distintas compañías del Grupo. El objetivo es que puedan utilizarlo para ofrecer una mejor protección a sus clientes, disminuir la siniestralidad y reforzar el vínculo con ellos mediante un asesoramiento experto y a medida.
En los últimos ejercicios, además de las grandes catástrofes naturales, el sector asegurador y reasegurador viene detectando un incremento significativo de los denominados “riesgos secundarios”, es decir, episodios climáticos de menor intensidad pero con una frecuencia mucho mayor.
Estos “riesgos secundarios” incluyen incendios forestales, sequías, olas de calor, tormentas, fuertes vientos, inundaciones o nevadas, entre otros fenómenos, que generan impactos crecientes tanto en pérdida de vidas humanas como en daños económicos. Actualmente representan más de la mitad de las pérdidas registradas y provocan perjuicios extraordinarios en infraestructuras y ecosistemas.