El oro ha alcanzado este miércoles los 4.006,68 dólares por onza, su máximo histórico, tras una subida del 50 % en lo que va de año. La escalada se debe al temor de los inversores ante un escenario mundial marcado por la incertidumbre política, las tensiones geopolíticas y la expectativa de recortes de tipos de interés en Estados Unidos.
Los operadores se han refugiado en el metal precioso mientras los mercados asimilan la turbulencia política en Francia, el cierre parcial del Gobierno estadounidense y la inestabilidad económica en Europa y Asia.
Un refugio frente al miedo: por qué el oro se dispara
Considerado históricamente un valor refugio, el oro conserva su valor intrínseco frente a la volatilidad de las divisas y la inflación.
El repunte actual responde a varios factores combinados:
- Demanda récord de bancos centrales, especialmente de China.
- Entradas masivas en fondos cotizados (ETF) vinculados al oro.
- Auge del ahorro defensivo ante conflictos abiertos en Ucrania y Gaza.
- Presión política en Francia, con la dimisión del primer ministro y la crisis del Gobierno de Macron.
Según Taylor Nugent, analista del National Australia Bank, “la rápida subida del oro refleja un entorno económico y político impredecible, donde los inversores buscan seguridad ante la inflación y la incertidumbre global”.
Plata y otros metales siguen la estela
La plata también se aproxima a su récord histórico, impulsada por el mismo clima de inestabilidad y por la creciente demanda industrial.
El Consejo Mundial del Oro (WGC) señaló en su último informe que la demanda global de oro creció un 3 % interanual en el segundo trimestre de 2025, hasta 1.249 toneladas, un aumento atribuido a “un entorno geopolítico cada vez más impredecible y a la fortaleza del precio”.
Qué puede pasar ahora
Los analistas anticipan que el oro podría mantenerse por encima de los 4.000 dólares en las próximas semanas si persiste la tensión internacional y la Reserva Federal opta por aplazar nuevos movimientos en los tipos de interés.
A corto plazo, el metal precioso se consolida como el activo refugio por excelencia en un mercado global que, una vez más, vuelve a moverse por miedo.