Panza Capital comunicó este miércoles en una rueda de prensa que ha liquidado todas sus participaciones en el ámbito bancario, incluyendo entidades como Unicredit, Commerzbank y SEB, gestionado por la familia Wallenberg, para iniciar la construcción de una “posición sustancial” en Renishaw, una empresa de ingeniería británica establecida en los años 70 por antiguos empleados del avión supersónico Concorde.
Según Beltrán de la Lastra, presidente y director de inversiones de la compañía, actualmente “no es día” para tener inversiones en bancos: “Los márgenes y las comisiones están en máximos históricos y la mora en mínimos: Sólo hay una dirección posible, y no es para arriba”, explicó, sugiriendo que el sector bancario ha alcanzado su límite.
De la Lastra destacó que Renishaw, conocida por su fuerte inversión en I+D y su cautela financiera, encarna los valores que busca Panza Capital: “ingeniería de calidad, prudencia, balance saneado y precios muy atractivos”. “Tiene un potencial de márgenes muy superior al actual”, añadió, en un momento en que la empresa afronta cambios significativos tras la muerte de uno de sus fundadores y otros ajustes internos.
“Ha sido la principal compra nueva que hemos hecho en cartera”, afirmó De la Lastra, destacando que este movimiento ilustra la posibilidad de invertir en “buenas compañías industriales europeas a precios muy atractivos”. Además, señaló la venta de casi todas sus acciones en el sector de defensa, excepto en Babcock, debido a su potencial de adjudicación de importantes contratos y su actual valoración atractiva.
Con los recursos obtenidos, Panza Capital ha reforzado su presencia en el sector automovilístico con empresas como Cie Automotive y Trigano, y ha reafirmado su apuesta por BMW, a pesar de recientes ajustes en sus previsiones de ganancias. Asimismo, han invertido en la constructora británica Morgan Sindall, que ha triplicado las expectativas de beneficios en un año complicado.
Finalmente, De la Lastra ha alertado sobre la “extrema segmentación” del mercado, comparando la situación actual con la burbuja de Internet de principios de siglo y expresando preocupación por la gran cantidad de deuda estatal y su impacto futuro en los precios de los activos y la inflación.















