Entre 2018 y 2023, los trastornos de salud mental junto con las algias, que incluyen dolores como lumbalgias y cervicalgias, han sido responsables de más de dos tercios del aumento en el índice de absentismo laboral debido a la incapacidad temporal (IT) en España, según revela un estudio de Umivale Activa y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie). Durante este periodo, el número de jornadas laborales no trabajadas creció un 1,5% para los empleados bajo el Régimen General.
Este incremento es especialmente notable en los trastornos mentales, que registraron un aumento del 88% en los días perdidos entre los trabajadores del Régimen General y un 75% entre los autónomos. Estos trastornos han superado a la traumatología, convirtiéndose en la segunda mayor causa de días de baja, solo por detrás de las algias, que continúan siendo la principal razón de ausencia laboral.
El análisis detallado del estudio indica que estos dos tipos de condiciones médicas ahora representan el 51,1% de los días de baja en el Régimen General y el 49% para los autónomos. Además, la incidencia de bajas por salud mental ha escalado significativamente, con un incremento del 64% en el número de bajas por cada mil trabajadores, alcanzando las 34,9 bajas por mil en 2023.
Las bajas de larga duración y las recurrentes, aquellas en las que la persona acumula más de una baja en un año, son un factor clave en el aumento de la IT en España, mostrando un crecimiento agudo en los casos de salud mental, donde la prevalencia de procesos de más de 365 días se ha incrementado en un 147%, mientras que en las algias, este número casi se duplica con un aumento del 93%.
El estudio también resalta que estas patologías, que son complejas de objetivar, presentan desafíos significativos en su diagnóstico, tratamiento y manejo dentro del sistema sanitario español, con un notable incremento en los procesos finalizados de más de un año y medio que terminan en denegación de la incapacidad permanente (64% en algias y 79% en salud mental).
Estos diagnósticos no solo afectan a un amplio rango de sectores, sino que también muestran variaciones significativas entre diferentes territorios de España, con un impacto particularmente alto en regiones como Canarias y el noroeste peninsular.