Los equipos negociadores del Parlamento Europeo y del Consejo, que representa a los gobiernos de los Veintisiete, han cerrado esta madrugada un pacto que establece como objetivo jurídicamente vinculante una rebaja neta del 90% de las emisiones contaminantes para 2040 en comparación con los niveles de 1990. No obstante, el texto incorpora diversas cláusulas de flexibilidad y mecanismos de revisión que suavizan el grado de exigencia con el fin de atraer el apoyo de los países más reacios.
En la propuesta inicial presentada por la Comisión Europea el pasado mes de julio ya se contemplaba que, a partir de 2036, los Estados pudieran recurrir de forma limitada a los créditos internacionales de alta calidad, los llamados mercados de carbono. Ese uso se fijaba en un máximo del 3%, lo que en la práctica abre la puerta a que los gobiernos compren a terceros países estos créditos mediante inversiones en proyectos sostenibles en el exterior.
Sin embargo, esta vía de flexibilidad fue tildada de insuficiente por varios Estados miembros, entre ellos Italia, Polonia o Francia, que durante las conversaciones han presionado para ampliar dicho porcentaje. Otros socios, como España, se han mostrado contrarios a cualquier relajación adicional del marco climático y han defendido mantener un listón más estricto.
Para desbloquear la posición de los países más reticentes, el Consejo ha apostado en las negociaciones por ofrecerles un margen de “hasta el 5%” en el uso de créditos internacionales y por introducir una fase transitoria. Este periodo permitirá a los gobiernos utilizar esta herramienta desde 2031, de modo que el objetivo que cada Estado debe cumplir a nivel nacional podría rebajarse temporalmente hasta el 85%.
El acuerdo incorpora además una cláusula de revisión periódica que obliga a la Comisión Europea a reexaminar la situación cada cinco años. En estas evaluaciones, el Ejecutivo comunitario tendrá que valorar si procede conceder un 5% adicional de flexibilidad en la compra de créditos internacionales a aquellos países que acrediten necesitarlo, lo que podría ampliar aún más el margen disponible.
“Un mes después de la COP30, hemos convertido nuestras palabras en acción, con un objetivo legalmente vinculante de reducción de emisiones del 90% para 2040. Tenemos una dirección clara hacia la neutralidad climática. Y un plan pragmático y flexible para hacer que la transición limpia sea más competitiva”, ha celebrado en un comunicado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras conocerse el acuerdo alcanzado entre las instituciones.
El entendimiento político entre los negociadores del Parlamento Europeo y del Consejo no es todavía el último paso del proceso. El texto deberá recibir primero la aprobación formal del pleno de la Eurocámara y, posteriormente, el visto bueno definitivo de los Veintisiete. Solo entonces podrá adoptarse de manera oficial y entrar en vigor tras su publicación en el Diario Oficial de la Unión Europea.