“Solo Ucrania, como país soberano, puede tomar decisiones sobre sus fuerzas armadas; la decisión de su destino está en sus propias manos”, expresó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, al término de la reunión informal de carácter urgente de los líderes del Consejo Europeo en Luanda. Encuentro que llegaba después de que las conversaciones sobre el plan de veintiocho puntos presentado por Estados Unidos a Ucrania para alcanzar la paz encendiesen las alarmas en los Veintisiete por la cercanía de la propuesta a las demandas de Rusia.
Sin embargo, solo un día antes, la dirigente había llegado a afirmar que no podría haber “limitaciones a las fuerzas armadas de Ucrania que dejen al país vulnerable a futuros ataques”. Un cambio discursivo que evidencia el punto en el que se encuentran las conversaciones con la delegación americana.
Previamente, el domingo, en Ginebra, se habían iniciado los contactos entre representantes de Alemania, Francia y Reino Unido con miembros del gabinete del presidente norteamericano Donald Trump. “Ambas partes coincidieron en que las consultas fueron altamente productivas. Las conversaciones mostraron avances significativos hacia la alineación de posiciones e identificación de próximos pasos claros”, indicaba un comunicado conjunto al término del encuentro en Suiza.
Un nuevo frente, sin activos
A las capitales comunitarias les preocupan varios puntos del plan, pero con un especial interés el relativo a la cesión fronteriza y al uso de los activos rusos congelados en bancos comunitarios. Fuentes diplomáticas consultadas por Demócrata auguran la oposición de los europeos a la entrega del Dombás al Kremlin, y explican que los Veintisiete reclamarán partir del estado actual del frente.
En ese sentido, podrían apostar por exigir que la “redefinición” de las fronteras para la paz se ajuste al territorio que los rusos han podido alcanzar a lo largo del conflicto. Sin embargo, todo apunta a que Rusia no cesará en reclamar puntos estratégicos que no ha conseguido conquistar todavía.
Estados Unidos plantea que Crimea, Luhansk y Donetsk sean reconocidos como rusos, al igual que Kherson y Zaporiyia, que quedarían congeladas a lo largo de la línea de contacto. La Casa Blanca quiere que las fuerzas ucranianas se retiren para hacer de la región del Dombás una zona de amortiguación neutral y desmilitarizada, reconocida internacionalmente como territorio perteneciente a la Federación Rusa.
El ex alto representante de la Unión Europea para Política Exterior, Josep Borrell, ha censurado de facto este plan porque afirma que fue elaborado sin consultar a Europa, lo que pone en duda la fiabilidad de Estados Unidos como aliado. “Con el plan de 28 puntos para acabar con la guerra de Ucrania, los Estados Unidos de Trump ya no pueden considerarse un aliado de Europa, que ni siquiera es consultada en cuestiones que afectan a su seguridad”, ha manifestado Borrell en un mensaje en redes sociales.
Estos activos rusos serían la garantía para Europa de que la reconstrucción será financiada por parte del agresor, en este caso Rusia. De primeras, tanto Trump como Putin se niegan a ceder en esta cuestión.
Según la propuesta americana, 100.000 millones de dólares en activos rusos se invertirán en la reparación de Ucrania, y Estados Unidos recibirá el 50% de las ganancias de esta iniciativa. Europa aportaría 100.000 millones de dólares adicionales. El resto de los fondos rusos congelados se invertiría en un vehículo de inversión ruso-estadounidense.
Ucrania en la Alianza
Además, en estas negociaciones los europeos están poniendo sobre la mesa la posibilidad de que Kiev pueda adherirse en algún momento a la OTAN. Si bien, tal y como defienden las mismas fuentes, esta opción parece alejarse cada vez más. Incluso aunque se eliminase la mención a la prohibición de que Ucrania forme parte de la Alianza.
En un eventual proceso de adhesión, son los miembros los que examinan la solicitud y deben aprobarla por consenso, lo que implica un acuerdo unánime de todos los actuales miembros de la alianza. Ahí Estados Unidos podría negarse, cumpliendo con una de las peticiones más reiteradas por los de Vladimir Putin.
El propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha hecho hincapié en la necesidad de que la paz futura permita que Kiev y sus aliados puedan decidir acerca de su política nacional y externa. Esto incluye su posible inclusión en la OTAN, punto que había sido limitado en la propuesta inicial de paz.
La credibilidad Europea
Ante la aceleración del ritmo de las conversaciones, la Unión Europea ha venido exigiendo en los últimos días “un sitio en la mesa”. Lo cierto es que en Bruselas existen voces que se muestran más pesimistas ante el rol que está jugando el continente. Sostienen que lo que Estados Unidos busca realmente es negociar de forma rápida el acuerdo con Ucrania, cerrar el conflicto y obtener el máximo beneficio del proceso. Trump ya obtuvo el compromiso de que su país contase con un acceso preferencial a la explotación de minerales ucranianos; ahora lo que buscaría es sacar provecho de la reconstrucción.
Los funcionarios europeos temen que los americanos opten finalmente por retirar sus aportaciones al conflicto, algo que Ucrania no podría permitirse en términos económicos. La complejidad de fondo es la imposibilidad de la Unión Europea de financiar el presupuesto que los de Volodimir Zelensky necesitan, en torno a 160.000 millones de euros. “Necesitan un presupuesto que Europa no puede dar”, explican.
Donde existen más opciones de alcanzar una cesión para los europeos es en el límite del ejército ucraniano. Los americanos hablan de seiscientos mil hombres, mientras que la propuesta europea parte de los ochocientos mil efectivos. De la misma forma, se quiere que el compromiso de la OTAN a no estacionar tropas en Ucrania se fije “de forma permanente en tiempos de paz”.
El presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, destacó que tanto Ucrania como Europa tienen mucho en juego en estas negociaciones. Zelensky pretende acercar posiciones esta semana para suavizar los aspectos más perjudiciales del plan, del que se ha revelado que “se basa en las aportaciones de Rusia”.
Así, se quiere alcanzar una propuesta conjunta que finalmente sí involucre a los países europeos y establezca una salida «justa» y «sostenible» que sea aceptable para el presidente ucraniano, después de asegurarse de que cualquier pacto sea ratificado tanto por él como por su homólogo estadounidense.
