Desde principios de octubre, Rusia ha dirigido más de 3.000 drones hacia objetivos ucranianos, marcando un incremento en las hostilidades. Este aumento se observa después de una pausa diplomática en agosto, periodo en el que se reunieron los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska, según indican los servicios de Inteligencia británica.
En agosto, el uso de drones por parte de Rusia alcanzó las 4.100 unidades, pero esta cifra aumentó dramáticamente a 5.500 en septiembre, revela un informe del Ministerio de Defensa de Reino Unido publicado recientemente. Los analistas sugieren que Putin “intentó demostrar una supuesta voluntad” de diálogo, que ahora parece distante.
Además, en septiembre, Rusia ejecutó cuatro operativos de gran envergadura, incluyendo uno el día siete que involucró más de 800 drones, con el objetivo de “complicar” la interceptación por parte de las defensas antiaéreas ucranianas.
La “prioridad” de los ataques en octubre ha sido nuevamente la infraestructura energética, “como ya hizo antes en el conflicto”, señala la Inteligencia británica, recordando ataques similares en inviernos pasados. Solo en octubre, se han llevado a cabo cuatro grandes ataques contra esta infraestructura.