En el transcurso de una nueva huelga general en Francia, convocada por los principales sindicatos en rechazo a la propuesta presupuestaria del Gobierno de François Bayrou, quien ya ha renunciado, las autoridades han detenido a más de 300 personas. Los arrestos se deben a los disturbios que tuvieron lugar durante las protestas.
El ministro del Interior en funciones, Bruno Retailleau, ha revelado en rueda de prensa que “las detenciones ascienden a 309 en todo el territorio nacional, con 134 personas bajo custodia”. Además, ha reportado que 26 agentes de seguridad han sufrido lesiones.
Retailleau ha estimado que las manifestaciones han congregado a “poco más de 500.000” personas, aunque ha expresado preocupación por los “7.300 individuos radicalizados, peligrosos”, a los que ha señalado de haber sido “contrarrestados” y responsables de intentos de bloqueo durante las protestas.
Por otro lado, Sébastie Lecornu, el recién nombrado primer ministro, ha comenzado consultas con diversos partidos políticos, destacando que “las demandas de los sindicatos y los manifestantes son cruciales en estas conversaciones”. Lecornu ha prometido continuar el diálogo con los representantes sindicales, a quienes se reunirá en próximas fechas.
Además, Lecornu ha condenado los ataques contra las fuerzas del orden y los servicios de emergencia durante las protestas y ha agradecido su labor. Ha enfatizado que “la violencia nunca debe ser un medio aceptable de expresión política y debe ser rechazada por todos. La libertad de manifestación debe ejercerse con respeto a la ley”, según sus palabras en la red social X.
Antes de estos sucesos, ya se habían anticipado posibles tumultos, especialmente por parte de “grupúsculos de ultraizquierda”, según Retailleau. El pasado 10 de septiembre, Francia ya experimentó bloqueos y protestas que culminaron en incidentes como el incendio de un restaurante en el centro de París, con al menos 200.000 personas participando solo en la capital.