En la reciente Cumbre del Clima (COP30) celebrada en Belém, Brasil, se ha denunciado que uno de cada 25 asistentes corresponde a un lobista de combustibles fósiles, según informa la coalición Kick Big Polluters Out. En total, esto representa a más de 1.600 personas involucradas en las negociaciones climáticas en este evento.
La presencia de estos grupos de presión supera en número a la mayoría de las delegaciones nacionales, con la excepción de Brasil, que ha desplazado a 3.805 representantes. Destacan los casos de Filipinas y Jamaica, con una alta proporción de lobistas en comparación con sus delegados oficiales, evidenciando una fuerte influencia de estos grupos en la cumbre.
Las organizaciones critican que varios países del Norte Global han incluido a representantes de esta industria en sus delegaciones oficiales. Francia, por ejemplo, ha incluido a 22 delegados de combustibles fósiles, y Japón a 33. Noruega también ha sido señalada por introducir a 17 representantes de su sector petrolero y gasístico en las conversaciones. Además, se resalta que los lobistas de combustibles fósiles han recibido un número significativamente mayor de pases en comparación con los delegados de las diez naciones más vulnerables al cambio climático.
La coalición también ha destacado la necesidad de que los participantes no gubernamentales revelen públicamente sus fuentes de financiación y aseguren que sus objetivos están alineados con los de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Sin embargo, esta transparencia no se exige a quienes tienen credenciales gubernamentales, una laguna que preocupa a los activistas.
La activista Ivonne Yáñez de Acción Ecológica y KBPO, ha criticado la influencia continua de las empresas de combustibles fósiles en las políticas climáticas, mientras que José Luis García Ortega de Greenpeace ha enfatizado la injusticia de permitir que estas industrias sigan influenciando las negociaciones climáticas.











