Alemania ha anunciado, a través de su ministro del Interior Alexander Dobrindt, una ampliación en los controles migratorios en sus fronteras con el fin de expulsar más rápidamente a quienes intenten entrar ilegalmente al país.
«Vamos a mantener estos controles», declaró el ministro, señalando adicionalmente que se implementarán nuevas normativas para denegar el ingreso a ciertos solicitantes directamente en la frontera.
Estas acciones han generado críticas desde varios países europeos, ya que Alemania es parte del área Schengen, que promueve la libre circulación entre los estados miembros. El debate también se ha intensificado entre las organizaciones que defienden los Derechos Humanos.
Con la llegada del nuevo gobierno alemán, la política migratoria se ha endurecido, provocando discusiones tanto a nivel nacional como internacional. No obstante, Dobrindt ha confirmado que el gobierno está enfocado en la «deportación» de migrantes hacia naciones como Afganistán y Siria.
«Esto es absolutamente necesario para garantizar que la gente, especialmente los criminales, no permanezcan en territorio alemán», enfatizó el ministro, luego de que en julio se deportaran a 81 presuntos criminales afganos.