La Comisión Europea ha revisado sus estimaciones económicas para la eurozona, elevando las previsiones para 2025 al 1,3%, una mejora desde el 0,9% proyectado en mayo, pero ha reducido la expectativa para 2026 al 1,2%, por debajo del 1,4% anticipado anteriormente. Este ajuste también se refleja en las proyecciones para el conjunto de la Unión Europea, donde se espera un crecimiento del 1,4% en 2025 y una ligera disminución para 2026.
Según Bruselas, esta revisión al alza para el presente año se debe principalmente a un adelanto en los envíos a Estados Unidos, en previsión de futuros aranceles, lo que ha impulsado el PIB más de lo esperado en los tres primeros trimestres. A largo plazo, se anticipa que tanto la eurozona como la Unión Europea crezcan a un ritmo del 1,4% y 1,5% respectivamente.
Valdis Dombrovskis, comisario Europeo de Economía y Productividad, destacó en una rueda de prensa que “la economía de la UE ha superado las expectativas en los primeros nueve meses de este año” y que, a pesar de un entorno externo complejo, se espera que el crecimiento continúe a un ritmo moderado. Sin embargo, advirtió sobre la persistencia de una “alta incertidumbre” y destacó que los desafíos incluyen la política comercial internacional, la volatilidad de los mercados y la incertidumbre política en países como Francia, que podría afectar negativamente el consumo y la inversión.
Entre las principales economías de la región, solo España y Alemania han visto mejorar sus previsiones para 2025 y 2026. Por otro lado, en Italia y Francia las expectativas han sido ajustadas a la baja para los próximos años.
Además, Dombrovskis subrayó la necesidad de actuar de manera decisiva para fomentar el crecimiento y aprovechar las fortalezas internas de Europa para mejorar la competitividad. “El mensaje es claro: debemos actuar, y debemos actuar ahora”, afirmó.
En relación con otros indicadores económicos, la Comisión Europea prevé que la inflación en la eurozona se mantenga alrededor de la meta del BCE, con un ligero aumento en los déficits presupuestarios debido a mayores gastos en defensa y otros factores, lo que requiere una vigilancia continua para garantizar la sostenibilidad fiscal y construir una economía europea fuerte y sostenible.
