El ejecutivo británico ha impuesto sanciones al servicio de inteligencia militar de Rusia, conocido como GRU, acusándolo de estar detrás del fallecimiento de Dawn Sturgess en julio de 2018 por exposición al agente neurotóxico Novichok. Esta acción fue parte de una operación atribuida a Moscú que pretendía atentar contra la vida del exespía Sergei Skripal.
El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, ha declarado que estos eventos no solo “conmocionaron a toda la nación”, sino que también evidencian “el desprecio del Kremlin por las vidas inocentes”. “La innecesaria muerte de Dawn fue una tragedia y será para siempre un recordatorio de la temeraria agresión rusa”, expresó en una nota de Downing Street.
Además, el gobierno británico ha sancionado a ocho oficiales de la división cibernética del GRU, implicados en operaciones contra Yulia Skripal cinco años después del intento de envenenamiento, y a tres agentes más relacionados con recientes ataques a infraestructuras civiles en Ucrania.
Asimismo, se ha convocado al embajador ruso en Londres al Ministerio de Asuntos Exteriores para expresar el descontento frente a los hallazgos de la investigación sobre la muerte de Sturgess, causada por el “uso imprudente” de un agente nervioso militar en territorio británico.
“El uso de Novichok en Salisbury fue un ataque no sólo contra un grupo de personas, sino contra nuestro país y nuestros valores. Demostró el total desprecio del Estado ruso por la vida humana y el Derecho Internacional”, sostuvo la ministra del Interior de Reino Unido, Shabana Mahmood.
Las conclusiones de una investigación reciente sobre el incidente que resultó en la muerte de Sturgess indican que ella habría estado en contacto accidental con el Novichok utilizado en el intento de asesinato de Sergei Skripal y su hija Yulia en Salisbury en 2018.
“He llegado a la conclusión de que la operación para asesinar a Sergei Skripal debió haber sido autorizada al más alto nivel, por el presidente Putin”, afirmó el exjuez del Tribunal Supremo Anthony Hughes en el documento de 178 páginas publicado.
Hughes subrayó que la acción no buscaba solo venganza contra Skripal, sino que “que representó una declaración pública, tanto para el público internacional como nacional, de que Rusia actúa con decisión sobre lo que considera sus propios intereses”. Además, determinó que los agentes del GRU implicados “actuaban siguiendo instrucciones”.
“La evidencia de que se trató de un ataque del Estado ruso es abrumadora”, concluye el informe, que también señala la “responsabilidad moral” de todos los implicados en el intento de asesinato, incluyendo “quienes los enviaron y cualquier otra persona que haya dado autorización o asistencia consciente en Rusia o en otro lugar”.
“Desplegar un agente nervioso altamente tóxico en una ciudad concurrida fue un acto asombrosamente imprudente. El riesgo de que otras personas, además del objetivo previsto, Sergei Skripal, murieran o resultaran heridas era totalmente previsible”, añade el texto.










