A lo largo de 2025, cerca de 2,8 millones de refugiados afganos han sido obligados a retornar a su país desde Pakistán e Irán, en un contexto en el que Islamabad y Teherán han lanzado una campaña de presión total contra la población afgana residente en sus territorios.
En Pakistán, en abril se activó la segunda fase del Plan de Repatriación para Extranjeros Ilegales (IFRP, por sus siglas en inglés), dirigido contra los afganos que permanecen en el país sin documentación. En el caso de Irán, las devoluciones se intensificaron de forma abrupta a partir de marzo, con la implantación de un nuevo mecanismo de retorno que ha afectado a más de dos millones de afganos en la república islámica.
La Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR, responsable de estas cifras, subraya la extrema fragilidad en la que se encuentran los afganos que regresan. En Pakistán, el riesgo es especialmente elevado por la presencia de grupos armados en la franja fronteriza con Afganistán, entre ellos los talibán paquistaníes, como evidenció el intercambio de bombardeos registrado a mediados de octubre.
En Irán, ACNUR denuncia que los refugiados afganos sufren abusos de manera sistemática y que su viaje de vuelta está expuesto a desastres naturales, como terremotos (e inundaciones en Pakistán), además de los seísmos que siguen produciéndose dentro de Afganistán, como el que golpeó el norte del país en noviembre.
Estos retornos a gran escala han desbordado la capacidad de respuesta de numerosas provincias afganas y han incrementado el peligro de nuevos desplazamientos internos entre los propios retornados, muchos de los cuales abandonaron Afganistán por miedo a represalias del régimen talibán, que volvió a hacerse con el poder en 2021.
Para responder a esta situación, la agencia de la ONU reclama alrededor de 250 millones de euros con el fin de proporcionar ayuda de emergencia, entre ella refugio provisional, suministros básicos de socorro y servicios de protección destinados a apoyar a las familias en el momento de su llegada.
ACNUR advierte de que, sin un respaldo internacional inmediato, la combinación de retornos masivos, la persistencia de la vulnerabilidad en los países vecinos y la grave falta de financiación puede agravar todavía más la crisis humanitaria que atraviesa Afganistán.
En la actualidad, se calcula que unos seis millones de refugiados afganos, en su mayoría sin papeles, residen fuera del país, principalmente en Irán y Pakistán, de acuerdo con los datos del Ministerio de Refugiados y Repatriación de Afganistán.