Miles de personas se han reunido este sábado en el memorial de la ciudad china de Nankín para recordar el aniversario de una de las peores matanzas de la II Guerra Mundial: el exterminio de más de 200.000 civiles a manos del Ejército Imperial japonés durante la ocupación de la urbe y su entorno, convertidos en un escenario de violaciones masivas contra más de 20.000 mujeres y niñas.
China, cuyas estimaciones elevan el balance de fallecidos a más de 300.000, por encima de la cifra generalmente aceptada que hizo pública en su día el Tribunal Militar Internacional para el Lejano Oriente, fijó el 13 de diciembre como jornada oficial de recuerdo al coincidir con la entrada de las tropas japonesas en la ciudad.
A lo largo de las décadas posteriores, las autoridades japonesas han formulado disculpas por los crímenes de guerra, pero algunos dirigentes conservadores, como el fallecido Shinzo Abe, han recalcado la conveniencia de centrarse en el futuro para que las nuevas generaciones no hereden la culpa por los actos de sus antepasados.
La ceremonia de este año tiene lugar, además, en un contexto de nueva crisis diplomática entre ambos países, surgida después de que la recién nombrada primera ministra ultraconservadora de Japón, Sanae Takaichi, dejara la puerta abierta a un eventual despliegue de tropas japonesas en caso de un ataque chino a Taiwán, unas afirmaciones que han provocado el rechazo frontal de Pekín, que la acusa de inmiscuirse en sus asuntos internos y de alimentar un clima de militarismo.
En este marco de tensión, la Embajada de Japón en China difundió una advertencia dirigida a los ciudadanos japoneses residentes antes de la jornada conmemorativa, en la que señalaba que “ es probable que aumente el sentimiento antijaponés ” y recomendaba evitar lugares donde se concentren japoneses y no llevar ropa que pueda hacerles pasar por japoneses.
Paralelamente, los habitantes de Nankín se han concentrado en la plaza pública del Salón Conmemorativo de las Víctimas de la Masacre, vestidos de oscuro y portando flores blancas en el pecho, frente a una bandera nacional china ondeando a media asta y rodeados por supervivientes, según ha informado la agencia oficial china Xinhua.
A las 10.01 horas, las sirenas han comenzado a sonar y los conductores del centro urbano han detenido sus vehículos para hacer sonar el claxon al unísono, mientras los viandantes interrumpían su actividad y guardaban un minuto de silencio en memoria de las víctimas.











