El Ejecutivo de Chipre, encabezado por el presidente Nikos Christodoulides, asume este jueves la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, con el respaldo a Ucrania y el refuerzo de la seguridad y la defensa europeas entre los principales retos de su mandato.
La ceremonia oficial se celebrará el próximo miércoles e incluirá una reunión conjunta entre el Gobierno chipriota, dirigido por Christodoulides, y el Colegio de Comisarios de la Comisión Europea. Se trata de la segunda vez que Chipre ocupa la presidencia del Consejo, tras la de 2012, después de su ingreso en la UE en 2004.
En su 'hoja de ruta', bajo el lema “Una Unión autónoma, abierta al mundo”, Nicosia fija sus prioridades en cuestiones como la negociación de los presupuestos 2028-2034, la ampliación del bloque comunitario, los desafíos migratorios y de seguridad, así como el impulso a una nueva arquitectura de defensa europea.
Durante los próximos seis meses, Chipre deberá proyectar la unidad europea mientras afronta su propia fractura interna, derivada de la división entre el norte —la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre— y el sur, con la capital, Nicosia, partida en dos por la “Línea Verde” establecida por Naciones Unidas.
“Durante los próximos seis meses, el apoyo a Ucrania seguirá siendo un objetivo clave de la presidencia chipriota. ¿Cómo podría ser de otra forma, cuando la República de Chipre conoce de primera mano lo que significa una invasión, una ocupación y la violación de principios fundamentales?”, afirmó Christodoulides el 21 de diciembre al presentar el programa.
El origen de la división del país se remonta a hace 40 años, cuando Turquía desplegó tropas en la isla tras un golpe de Estado de corte grecochipriota, impulsado por partidarios de la unión con Grecia. Desde entonces, el territorio permanece escindido entre un Estado al sur, reconocido internacionalmente, y una entidad turcochipriota en el norte, reconocida únicamente por Ankara.
Defensa europea y negociación presupuestaria
Durante su semestre, Chipre priorizará el refuerzo de las capacidades de defensa de la Unión y su autonomía estratégica, con la meta de avanzar hacia una “Europa más autónoma” capaz de “actuar independientemente”, y “con confianza”, ante amenazas de seguridad como las recientes violaciones del espacio aéreo, los ataques híbridos o la invasión rusa de Ucrania, que continúa.
En paralelo, la presidencia chipriota pretende consolidar las relaciones transatlánticas como pilar esencial de la seguridad europea, al tiempo que busca mantener firme el apoyo a Ucrania y elevar la presión sobre Rusia mediante nuevas sanciones, garantizando además la correcta aplicación de las medidas ya vigentes.
En su documento programático, Chipre subraya que el “apoyo de la UE a la soberanía, la independencia y la integridad territorial de Ucrania, incluida la inviolabilidad de sus fronteras”, sigue siendo “firme e inquebrantable”, y considera que unas “Fuerzas Armadas ucranianas fuertes” constituyen “la garantía de seguridad más eficaz para Kiev, junto con su proceso de adhesión”.
En este mismo ámbito, la presidencia se propone reforzar los valores democráticos europeos frente a desafíos como la desinformación, la injerencia extranjera, los discursos de odio o las presiones sobre la libertad de prensa.
Chipre aspira igualmente a avanzar “significativamente” en las negociaciones del Marco Financiero Plurianual (MFP) 2028-2034, con el objetivo de contar con un marco indicativo para junio. Entre sus metas figuran reducir las cargas regulatorias y administrativas y mejorar la competitividad, especialmente de las pequeñas y medianas empresas (pymes).
Asimismo, ante las recientes tensiones en el comercio internacional, alimentadas en gran medida por los aranceles de Estados Unidos y la creciente competitividad de China, Nicosia plantea “reforzar el mercado interior de la Unión y reducir dependencias estratégicas”.
Migración, seguridad interior y lucha contra el crimen
En materia migratoria, Chipre quiere dar prioridad a la aplicación del Pacto sobre Migración y Asilo, que deberá estar plenamente operativo al término de su presidencia, promoviendo “una cooperación más profunda y significativa con terceros países clave” y un “sistema europeo de retorno más eficiente, coherente y equilibrado” respetuoso con los Derechos Humanos.
“Chipre aprovechará su experiencia en la aplicación de políticas eficaces para gestionar los flujos migratorios, promover un enfoque europeo integrado y eficaz de las dimensiones interna y externa de la migración, abordar sus causas profundas y fortalecer una cooperación significativa con los países de origen”, defendió Christodoulides.
La presidencia chipriota también pretende dar continuidad al trabajo de Dinamarca en la lucha contra la delincuencia organizada, el tráfico de migrantes, el narcotráfico, el terrorismo y el extremismo violento. Además, prevé impulsar la Estrategia de Seguridad Marítima de la UE.
Ampliación de la UE y agenda exterior
Otro de los grandes retos será lograr “progresos concretos” en el proceso de ampliación del bloque, en particular con los países de los Balcanes, así como con Ucrania y Moldavia. “Es la herramienta geopolítica más poderosa de la UE. Se trata esencialmente de ampliar su espacio vital de seguridad, estabilidad y oportunidades para Europa”, subrayó Christodoulides.
Chipre se marca también como objetivo reforzar las relaciones de la UE con los vecinos del Sur y del Este, así como con sus socios en Oriente Próximo y el Golfo, incluyendo el respaldo a organizaciones regionales como el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo y la Liga Árabe.
Entre los expedientes pendientes figuran el avance en la ratificación del acuerdo de libre comercio con Mercosur y el Tratado sobre Gibraltar tras el Brexit. En el caso de Mercosur, ha pasado ya un año desde el anuncio del pacto, pero la oposición de Francia e Italia impidió su firma en diciembre, dejando la cuestión en manos de la presidencia chipriota.
Respecto a Gibraltar, Bruselas y Londres concluyeron los textos legales el pasado diciembre, seis meses después del cierre de las negociaciones, aunque aún falta completar todo el proceso de ratificación. “Reforzar la confianza mutua y obtener beneficios tangibles para los ciudadanos de ambas partes, al tiempo que se salvaguardan los intereses de la Unión y se preserva la unidad entre los Estados miembro, de acuerdo con las directrices del Consejo Europeo, será el núcleo del trabajo de la presidencia”, señala el documento.