Este domingo se ha dado inicio a la primera fase de exhumación en la fosa común situada en Jasfa, que se encuentra aproximadamente a ocho kilómetros al sur de Mosul, en la provincia de Nínive. Se sospecha que este lugar alberga miles de víctimas del ‘califato’ proclamado en 2014 por el grupo terrorista Estado Islámico.
Abdul Qadir al Dajil, gobernador de Nínive, ha señalado que la Universidad de Mosul participará en el proceso para facilitar la identificación de los restos óseos encontrados en la zona. Además, anunció la construcción de un monumento en homenaje a las víctimas.
Según el gobernador, cerca de 20,000 personas de diversas etnias y creencias religiosas fueron asesinadas durante el dominio de Estado Islámico. Al Dajil también mencionó que las autoridades colaborarán con el sistema judicial para realizar las exhumaciones, información que fue divulgada por la agencia de noticias IRNA.
Las tropas iraquíes recuperaron el control de esta área a mediados de febrero de 2017. Durante ese mismo mes, un explosivo improvisado detonó en la fosa común, que está en un sumidero natural de 35 metros de ancho, causando la muerte de un periodista y tres policías, según reportó la organización Human Right Watch (HRW).
El 10 de junio de 2014, la prisión de Badush fue escenario de un brutal ataque por Estado Islámico, que resultó en la ejecución de 670 presos chiíes tras ser separados de los prisioneros suníes. Los guardias de la prisión se encerraron y abandonaron el lugar horas antes de la llegada de los yihadistas.
En agosto de 2014, Navy Pillay, por entonces alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, indicó que las entrevistas a 20 supervivientes y 16 testigos de la masacre concluyeron que Estado Islámico extrajo de la prisión a entre mil y 1,500 prisioneros, llevándolos a una región deshabitada para separarlos y ejecutar a los chiíes. Se cree que algunos de estos cuerpos se encuentran en la mencionada fosa común.
