El Gobierno de Estados Unidos expresó su descontento el pasado sábado ante la liberación y deportación por parte de Francia del guerrillero libanés Georges Abdalá, quien regresó a Líbano el viernes tras más de cuarenta años en prisión francesa.
Abdalá, líder de la agrupación marxista Fuerzas Armadas Revolucionarias Libanesas (FARL), formada después de la invasión israelí en Líbano en 1982, reivindicó los asesinatos, ese año, de Charles Ray, agregado militar de la Embajada de EE.UU. en París, y de Yacov Barsiov, asesor en la Embajada de Israel.
Detenido en 1984, Abdalá fue condenado en un juicio que sus defensores calificaron de irregular, hasta el punto de que Jean-Paul Mazurier, su primer abogado, confesó un mes después del juicio que era un ‘topo’ de la Inteligencia francesa.
Desde el Departamento de Estado estadounidense, la portavoz Tammy Bruce manifestó: «Su liberación pone en peligro la seguridad de los diplomáticos estadounidenses en el extranjero y representa una grave injusticia a las víctimas y a las familias de los asesinados». Bruce también aseguró: «Estados Unidos seguirá defendiendo la búsqueda de la justicia sobre esta cuestión», sin más precisiones y sin que Francia haya emitido comentarios hasta ahora.
