El Departamento de Estado de EE.UU. ha lanzado una advertencia urgente este sábado para que sus nacionales en Madagascar busquen refugio sin demora, tras el reciente aumento de la violencia en el país, que incluye tiroteos y enfrentamientos en medio de protestas que han dejado un saldo de 22 muertos y centenares de heridos por la acción represiva de la policía.
“Se recomienda encarecidamente a los ciudadanos estadounidenses que se resguarden en sus hogares. Los informes indican que la Gendarmería y el Ejército intercambiaron disparos en el centro de la ciudad, cerca del lago Anosy, y algunas facciones de las fuerzas de seguridad se han unido a las protestas. La situación sigue siendo muy volátil e impredecible”, se menciona en el comunicado emitido por el gobierno estadounidense.
Desde la Casa Blanca, se han proporcionado instrucciones adicionales a los estadounidenses para que tomen precauciones extremas, tales como evitar áreas de manifestaciones, estar alerta ante protestas o reuniones ‘inesperadas’ y seguir de cerca los medios locales para actualizaciones sobre la situación en Madagascar.
Este aviso se produce en un momento crítico, justo cuando los jóvenes malgaches han logrado este sábado acceder a la plaza 13 de Mayo en Antananarivo, marcando un momento significativo en un lugar históricamente conocido por ser epicentro de levantamientos políticos y que hasta ahora había estado bloqueado a los manifestantes.
La presencia militar en el área ha sido notable mientras el recién nombrado primer ministro, el general Ruphin Zafisambo, apela a la paciencia de los ciudadanos en un ambiente de incertidumbre, agravado por la desaparición pública del presidente Andry Rajoelina, aumentando la tensión política y social.
Las protestas recientes en Madagascar, lideradas por jóvenes de la Generación Z, exigen soluciones a la crisis energética, falta de agua potable, un sistema educativo deficiente, el desempleo y la creciente pobreza. Las fuerzas del orden han respondido con gases lacrimógenos, balas de goma y otros medios para controlar las manifestaciones, lo que ha provocado enfrentamientos violentos y disturbios generalizados.
A pesar de las cifras de víctimas confirmadas por la ONU, el gobierno de Rajoelina, quien fue reelecto en las polémicas elecciones de 2023, ha desestimado estos datos y ha ignorado las demandas de los manifestantes de que dimita, en un país con un historial de inestabilidad política desde su independencia en 1960.