La administración estadounidense ha calificado como muy importante la ceremonia simbólica organizada por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en el norte de Irak, que marcó el comienzo de su proceso de desarme en anticipación a futuras conversaciones de paz con el gobierno turco.
Querían que la gente vieran cómo lo hacían, expresó Tammy Bruce, portavoz del Departamento de Estado de EE. UU., enfatizando que cualquier paso para entregar las armas y eliminar la amenaza es bienvenido, especialmente porque Washington clasifica al grupo kurdo como una organización terrorista extranjera.
El acto tuvo lugar el 11 de julio en la provincia de Sulaimaniya, donde varios militantes del PKK incineraron su arsenal. Esto siguió al llamado de Abdulá Ocalan, líder encarcelado del grupo, quien en febrero instó al desarme y disolución del grupo, una propuesta que fue apoyada por la organización en un congreso en mayo.
El evento se realizó dos días después de la difusión de un vídeo de Ocalan desde la cárcel, el primero en casi 25 años, reiterando su petición para el cese de la lucha armada y la formación de un comité legislativo para monitorear el proceso de paz con Turquía.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, aplaudió el inicio del desarme del PKK, que pone fin a cuatro décadas de conflicto, describiéndolo como el alba de un nuevo día para Turquía, y aclaró que esto representa una victoria completa sobre el grupo, asegurando que No es el resultado de negociaciones, regateos ni un proceso de concesiones mutuas.
Historicamente, el PKK demandó la creación de un estado independiente, pero ahora busca más autonomía para las regiones kurdas dentro de lo que se considera el Kurdistán histórico, que también se extiende por partes de Siria, Irak e Irán.