En un movimiento sin precedentes, Estados Unidos ha decidido no participar en el Examen Periódico Universal (EPU) sobre Derechos Humanos, programado para este viernes en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Esta decisión refleja la tensa relación que mantiene Washington con el organismo internacional.
La ausencia de los representantes estadounidenses en la sesión fue confirmada previamente en agosto por Juliette de Rivero, jefa del departamento de UPR del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Desde principios de año, la Administración Trump ha sostenido que Estados Unidos no aceptará críticas en materia de responsabilidades humanitarias, considerándose a sí mismo un líder en libertades civiles.
El Consejo ha pospuesto el examen hasta el próximo año, esperando que eventualmente Estados Unidos participe. Sin embargo, expresó su decepción por la decisión y ha instado a Estados Unidos a retomar la cooperación, conforme a las resoluciones aplicables.
Organizaciones como Amnistía Internacional han criticado duramente esta postura, calificándola de «un precedente vergonzoso». Amanda Klasing, directora de relaciones internacionales en EEUU de Amnistía, ha destacado el aumento del desprecio de la Administración Trump por la rendición de cuentas internacional y los Derechos Humanos.
Por otro lado, la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) también ha condenado este boicot. Chandra Bhatnagar, su directora ejecutiva en California, ha comentado que el gobierno se ha convertido en el principal adversario de las libertades de los ciudadanos estadounidenses.
