Las autoridades de Estados Unidos han comunicado este miércoles el despliegue de parte de su personal militar en la base de Manta, en el este de Ecuador, donde ya mantuvieron presencia hasta 2009, para llevar a cabo una operación conjunta y de carácter temporal con las Fuerzas Armadas ecuatorianas en el marco de los recientes acuerdos de cooperación en defensa.
La Embajada de Estados Unidos en Ecuador ha ratificado la llegada de este contingente a la base aérea de Manta, situada en la costa del Pacífico, algo más de un mes después de la segunda visita de la secretaria de Seguridad de Estados Unidos, Kristi Noem, durante la cual se cerraron estos compromisos de colaboración militar.
“La operación mejorará la capacidad de las fuerzas militares ecuatorianas para combatir a los narco-terroristas”, ha señalado la Embajada en X, subrayando que el despliegue se ajusta a la legislación ecuatoriana, apenas un mes después de que la ciudadanía rechazara en las urnas la cesión de bases a potencias extranjeras.
Según ha añadido la misión diplomática, esta operación conjunta “está diseñada para proteger a Estados Unidos y a Ecuador frente a las amenazas que compartimos”.
En la misma línea se ha pronunciado el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, para quien “esta operación permitirá identificar y desarticular las rutas del narcotráfico”, además de “someter a quienes creyeron que podían tomar el país”.
Dos días antes de la llegada del contingente, otro avión con equipamiento y material militar había aterrizado ya en la base aérea de Manta, donde Estados Unidos operó durante cerca de una década, hasta que en 2009 el Gobierno de Rafael Correa optó por no renovar los acuerdos de cooperación con Washington.
Manta es el puerto más cercano al archipiélago de Galápagos y su posición estratégica se considera clave para vigilar y controlar las rutas del tráfico de drogas, pero también de personas y las actividades de pesca ilegal en la región.
Durante la campaña previa al referéndum, Noboa defendió la posibilidad de que Manta volviera a funcionar como punto de operaciones para Estados Unidos, aunque evitó aludir de forma directa al carácter bélico de la misión. Pese a ello, el 60 por ciento de los votantes se pronunció en contra del retorno de bases militares extranjeras al país.
Este nuevo operativo se enmarca, además, en un despliegue estadounidense sin precedentes recientes en las aguas del Caribe frente a Venezuela y también en el Pacífico, donde desde septiembre ha bombardeado decenas de supuestas narcolanchas, causando la muerte de casi un centenar de personas.