En el tercer aniversario del fallecimiento de Mahsa Amini, ocurrido mientras estaba bajo custodia en Teherán por un supuesto mal uso del velo, el Gobierno de Estados Unidos ha reiterado su promesa de «seguir aplicando una presión máxima» sobre Irán debido a sus prácticas represivas hacia la sociedad civil.
Thomas Pigott, viceportavoz del Departamento de Estado de EE.UU., ha expresado su apoyo a las demandas del pueblo iraní de dignidad y una vida mejor. «Seguiremos ejerciendo la máxima presión sobre la República Islámica, asegurándonos de que rinda cuentas por sus acciones contra su pueblo y sus vecinos», afirmó Pigott.
Pigott también aseguró que «el nombre de Mahsa nunca será olvidado» y destacó que su muerte, junto a la de otros, evidencia los crímenes de Irán contra la humanidad. Además, mencionó que EE.UU. continuará colaborando con aliados globales para responder a las atrocidades del régimen con justicia y firmeza.
El viceportavoz criticó los 46 años de gobierno de la República Islámica, marcados por la tortura y las ejecuciones para reprimir cualquier disidencia, además de señalar el abandono hacia su propia población ante la escasez de recursos básicos y la corrupción de su clase dirigente. «Irán debería ser una de las naciones más ricas del mundo. En cambio, su futuro ha sido desperdiciado por una clase dirigente corrupta», concluyó Pigott en su declaración.
La muerte de Amini desencadenó vastas protestas que resultaron en aproximadamente 500 víctimas mortales debido a la represión de las fuerzas de seguridad, según reportes de diversas ONG. Las autoridades iraníes han negado responsabilidad en el suceso y han acusado a naciones occidentales de incitar las manifestaciones. Desde entonces, varias personas han sido ejecutadas en Irán, acusadas en relación con los disturbios y la muerte de fuerzas de seguridad o civiles.