El secretario general de la ONU, António Guterres, ha señalado este viernes que el pacto suscrito el día anterior por los presidentes de República Democrática del Congo y Ruanda, Félix Tshisekedi y Paul Kagame, “representa un paso fundamental” para reconstruir la confianza entre ambos Estados y para “impulsar los esfuerzos por una paz duradera”.
Guterres ha “celebrado la firma oficial” de los llamados ‘Acuerdos de Washington’ para la paz y la prosperidad entre RDC y Ruanda, rubricados bajo el patrocinio de Estados Unidos, y ha expresado su reconocimiento al presidente estadounidense, Donald Trump, “por sus esfuerzos”, así como a Tshisekedi y Kagame “por este importante hito”.
El máximo responsable de Naciones Unidas, que ha “celebrado los importantes avances logrados en el marco de los procesos de Doha y de la Unión Africana”, ha pedido “a todas las partes a cumplir con los compromisos asumidos, incluido el respeto del alto el fuego permanente”.
Asimismo, ha subrayado que la ONU, incluida la misión desplegada en territorio congoleño (la MONUSCO), se mantiene “dispuestas a seguir apoyando todos los esfuerzos encaminados a lograr una paz y estabilidad sostenibles en República Democrática del Congo y la región”, tal y como indica un comunicado difundido por su portavoz, Stéphane Dujarric.
En la víspera, Tshisekedi y Kagame firmaron junto a Trump un acuerdo de “paz” alcanzado hace medio año que pretende poner fin a “décadas de violencia y derramamiento de sangre”. De acuerdo con Trump, el texto “formaliza los términos acordados en junio, incluyendo un alto el fuego permanente, el desarme de las fuerzas no estatales, garantías para que los refugiados vuelvan a sus casas y justicia y rendición de cuentas para todos aquellos que han cometido atrocidades ilegales”.
Las negociaciones comenzaron este año tras el agravamiento del conflicto provocado por una ofensiva del M23, grupo compuesto en gran parte por tutsis congoleños, que consiguió hacerse con el control de las capitales de las provincias de Kivu Norte y Kivu Sur. Esta ofensiva desencadenó duras acusaciones de RDC contra Ruanda, mientras Kigali sostiene que Kinshasa oprime a la población tutsi con el respaldo de formaciones armadas como las Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda (FDLR) —creadas por hutus que huyeron tras el genocidio de 1994 en Ruanda— y otras milicias locales.











