El Kremlin celebra que Trump priorice la normalización de las relaciones entre EEUU y Rusia en su nueva estrategia de seguridad

Rusia valora como un gesto positivo que la nueva estrategia de seguridad de Trump deje de definirla como amenaza directa y abra la puerta a una posible cooperación.

Archivo - El portavoz del Kremlin, Dmitri PeskovEuropa Press/Contacto/Peter Kovalev - Archivo

El Ejecutivo ruso ha recibido como un avance positivo que la más reciente Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, presentada por Donald Trump, haya dejado de definir a Rusia como “amenaza directa” y contemple una eventual cooperación en el ámbito de la estabilidad estratégica, de acuerdo con las declaraciones del portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, recogidas por la agencia rusa de noticias TASS.

Peskov ha remarcado que los mensajes procedentes de la Casa Blanca durante el segundo mandato de Trump sobre los vínculos bilaterales entre Washington y Moscú suponen un contraste evidente frente a la línea seguida por Gobiernos anteriores, a los que ha reprochado sus enfoques más “tradicionales”.

Aun así, el portavoz presidencial ha precisado que Moscú planea estudiar con mayor detalle el texto íntegro y actualizado de la estrategia norteamericana, al considerar que sus disposiciones requieren, “sin duda”, un examen exhaustivo antes de que Rusia pueda fijar una posición definitiva acerca de su alcance real.

Este documento, considerado una pieza central de la arquitectura de seguridad nacional de Estados Unidos, ha eliminado toda mención a Rusia como “amenaza directa”. En su lugar, plantea analizar posibles fórmulas de colaboración con Moscú en asuntos relacionados con la estabilidad estratégica, un gesto que el Kremlin interpreta como una señal de posible deshielo diplomático.

La nueva Estrategia de Seguridad Nacional difundida este viernes por la Casa Blanca —texto que marca las grandes líneas de la política exterior de la Administración Trump— establece como prioridad la “restauración de la predominancia” de EEUU en el conjunto de Occidente. Washington plantea, en términos generales, recuperar y reforzar todos sus instrumentos de poder duro, tanto económicos como militares, para avanzar en esa meta.

El documento especifica, además, que Estados Unidos debe “reconsiderar” el despliegue de sus fuerzas armadas en el hemisferio y, al mismo tiempo, “priorizará su diplomacia comercial” mediante “las poderosas herramientas que son los aranceles y los acuerdos comerciales recíprocos”. La Casa Blanca sintetiza así su planteamiento en dos conceptos clave: “Expandir y alistar”.

“Alistaremos a nuestros aliados en el hemisferio para controlar la migración, detener el tráfico de drogas y fortalecer la estabilidad y la seguridad terrestre y marítima. Nos expandiremos cultivando y fortaleciendo nuevos socios, a la vez que reforzamos el atractivo de nuestra nación como socio económico y de seguridad predilecto del hemisferio”, recoge el texto estratégico.

Aunque el documento otorga una relevancia central al hemisferio occidental, también define la nueva aproximación de EEUU al Indo-Pacífico, Oriente Próximo y África. En el primer caso, a través de una iniciativa destinada a “reequilibrar la relación económica con China”; en el segundo, mediante medidas para la estabilización de la situación de seguridad; y, en el continente africano, mediante una transición desde un modelo basado en la ayuda “y la difusión de ideas liberales” hacia otro centrado en el impulso del comercio y la actividad económica.

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